Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
El evangelio de Lucas, en este quinto día de la novela. ¡Sexto día de la novena! de navidad, nos lleva al templo, a la presentación del niño Jesús.
María y José y destaca la figura de Ana: “una mujer que muchos años ha esperando la redención de Dios y mientras tanto, ha permanecido en la fe y la esperanza”
Ana reconoce la presencia de Dios en el niño Jesús y ¡Agradece y alaba!, ¡Agradece y alaba!
Que lindo, acabamos de celebrar navidad y estamos preparándonos para la celebración de, el último día del año y el primero del año que viene.
¡Qué buen momento para nosotros también reconocer! Pero no a manera de evaluación, así, lo que me venga al corazón. Reconocer la presencia de Dios en nuestra vida, de este último tiempo:
¡Y dar gracias!
Simplemente dar gracias, alabarlo, contarlo a los demás:
El Señor, como Ana, lo reconoce, cumple su promesa y “este Señor” que nació como Emmanuel .
Este Señor que me dijo que estaría conmigo hasta el fin del mundo, ese Señor se hace presente en determinados momentos.
¡Bueno! Descubrirlo
¡Reconocerlo!
¿Cuando ha estado presente? y no dejar de dar gracias por ello.
Y por supuesto ¡ANUNCIAR ESO!
¡Un abrazo! Que Dios los bendiga
Y que tengan un Muy feliz año nuevo.