Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.
Hoy celebramos el Bautismo del Señor, un momento crucial en el camino de Jesús que marcará un cambio profundo en su misión. A partir de ese momento Jesús comenzará a anunciar la Buena Noticia del Reino, adoptando una vida itinerante y formando una comunidad de amigos y amigas que lo acompañen en esa tarea.
El Señor habrá discernido el momento oportuno para salir de Nazaret y tomar este nuevo camino. El discernimiento de Jesús, no es un discernimiento hecho en aislamiento, sino que escucha la realidad, la necesidad de la gente. El Evangelio nos dice que toda la gente estaba expectante esperando al Mesías y buscando identificarlo, pensando que quizás fuese Juan el Bautista. Muchos se preguntaban por Él, muchos deseaban conocerlo, muchos estaban confundidos. Juan lo anuncia, prepara el camino, diciendo que quien vendrá detrás de Él, es más grande que Él, y vendrá a realizar un bautismo de Espíritu Santo y Fuego.
Y Jesús, que es el Mesías que viene a salvar, aquel que viene a bautizar para comunicar al Espíritu Santo y encender los corazones de la gente, este Jesús se acerca al Jordán para ser bautizado, poniéndose a la cola, esperando su turno, uniéndose a tantos que desean dar pasos de conversión y necesitan el perdón de los pecados. Jesús no solo escucha a la gente, siente con la gente, se identifica con la gente, se hace hermano de todos nosotros pecadores, frágiles, necesitados de tanta ayuda, necesitados de amor y perdón.
Es Jesús quién sentirá la confirmación de este camino, recibiendo la manifestación del Espíritu Santo que se le hace presente en forma de Paloma, y escuchando la voz del Padre que lo llama Hijo, que le llama amado, y que se manifiesta totalmente identificado con Él. La Trinidad misma, haciéndose presente en ese momento tan fundamental del bautismo que no solo marca el inicio del anuncio del Reino, sino que expresa también el modo en el que Jesús vivirá este anuncio, solidarizándose con el ser humano, haciéndose cercano, amando hasta el extremo, y comunicando a quienes se adhieran a Él, el mismo Espíritu que habita en Él y que lo anima en su vida y su misión, comunicando a quienes se adhieran a Él, su misma identidad de Hijo de Dios y de hermano de la gente; comunicando a quienes se adhieran a Él su misión de anunciar el Reino de Dios buscando vivirlo en esta realidad tan necesitada de reconciliación.
En el Bautismo Jesús nos ha comunicado su Espíritu y ha encendido una llama en nuestros corazones, para que seamos junto a Él luz para el mundo, y que lo seamos a su modo, haciéndonos hermanos de los demás, amando y reconciliando. Y que pasemos por esta historia haciendo el bien, como lo hizo Jesús, así viviremos nuestro bautismo.
Que Dios nos bendiga y fortalezca.