Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Comienza el Evangelio contando el reencuentro de los discípulos con Jesús: “Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”. También ahora, empezando este rato de oración, arranquemos contándole todo a Jesús. Muchas veces, cuando traigo el corazón cargado, me gusta arrancar así, contándole a Jesús todo lo que traigo. También vos: contale tu misión cotidiana, los logros y los fracasos, contale de tu energía o de tu agotamiento…
Después de este momento de escucha, Jesús con buena intención invita a los discípulos a descansar, pero esta vez, como tantas otras, la gente cambia los planes de Jesús. La gente o, mejor dicho, la compasión. Cuando se decide a llevar a los discípulos a descansar, es interceptado nuevamente por la muchedumbre que está, dice el texto, “como ovejas sin pastor”, y Jesús se conmueve.
Sin embargo, esta vez pareciera ser Él quien le pone el cuerpo al imprevisto. Sabe que los discípulos están cansados, se hace cargo Él y se queda “enseñando largo rato”. Su compasión se ofrece tanto a la muchedumbre como a sus propios discípulos. En el agotamiento, también vos podés buscar al pastor. Él sabe cuándo podemos dar un poco más y cuándo, verdaderamente, necesitamos la pausa que nos repara.
Celebramos hoy, 5 de febrero, el aniversario del Cardenal Pironio, este pastor argentino que tanto sirvió a los jóvenes. Para terminar, te dejo rezando con una pequeña oración suya:
“Señor, te he encontrado. Pero no me quedo aquí. Porque te he encontrado, Señor, me siento inmensamente feliz y veo que mi vida cambia. Porque te he encontrado, Señor, y Tú eres mi esperanza, veo que en mi corazón lleno de tristeza, de pesimismo, de cansancio y de desesperanza ha brillado otra vez la esperanza.”