Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía: “Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder”.
De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su propia vida, si pierde su alma; nos pregunta lapidariamente Jesús en hoy en el Evangelio de Marcos que la Iglesia nos presenta para la lectura espiritual y para la meditación.
Una pregunta importante, ¿de qué nos sirve tener todo si perdemos lo fundamental?, ¿de qué nos sirve el reconocimiento, los títulos, los avances si perdemos lo fundamental? Lo esencial que es estar conectados con Dios y en comunión profunda con los demás y en especial con los más necesitados.
Es lo que también nos recuerda la primera lectura que hoy se comparte en la liturgia de la Iglesia De Santiago; la Fe sin obras está muerta.
Ojalá que este Evangelio nos despierte a lo importante, a lo esencial, a lo fundamental. Que tengas un hermoso día.