¡Hey! ¿has visto que hoy inicia la cuaresma? Quizá te toma por sorpresa y ni siquiera habías pensado en algún propósito o una línea para vivirla. No te preocupes y sigue leyendo, porque escribí esto para ti y para mí, así que si estás un poco desorientado, te ayudo con algunas sugerencias para vivir la cuaresma.
Vayamos a lo esencial: ¿Qué es la cuaresma? Es el tiempo litúrgico mediante el cual nos preparamos de una forma comunitaria a vivir el misterio central de nuestra fe: la pasión muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, es un tiempo, intenso de conversión, de renovar nuestra relación con el Señor, con nosotros mismos y con nuestros hermanos.
La palabra que hoy nos acompaña es inicia. Inicia este tiempo de cuaresma. Dale un propósito y un sentido. San Pablo nos dice que este es el tiempo propicio, es el tiempo de la misericordia y de la conversión. Pero, ¿ cómo vivir este tiempo? el Evangelio que se proclama hoy, nos puede ayudar a que este tiempo sea fructífero.
El Evangelio que se proclama el miércoles de Ceniza nos lo recuerda claramente con los tres pilares de la piedad cristiana: la oración, el ayuno y la limosna. En cada uno de estos elementos el Señor nos invita a ir al verdadero sentido, a su genuinidad, a su sentido pleno y originario.
La oración nos recuerda nuestra relación con Dios. La cuaresma es un tiempo para renovar la relación con Él, para dedicar tiempo a escuchar su palabra, para dialogar con Él en la oración, en lo íntimo. Cuando Jesús dice “entra en tu cuarto y cierra la puerta” no dice que no debemos orar con nuestra comunidad, sino que nos invita a ir a nuestra interioridad, a esa parte de nosotros mismos que a veces nos cuesta aceptar y desde allí orar al Padre.
La cuaresma es el tiempo propicio para vivir este encuentro en la oración con Dios. Te invito a vivir esta dimensión con un pequeño gesto: dedica un tiempo especial a la oración, especialmente empeñándote más en leer la Sagrada Escritura, leyendo el Evangelio de cada día.
La siguiente obra de piedad es la limosna, que nos recuerda nuestra relación con los demás. Con aquellos que viven junto a nosotros. Es momento de ir a encontrarnos con el hermano, con aquel que Dios nos ha regalado, que nos ha donado. ¿Hay alguien a quien deberías pedir perdón? ¿Dejaste de hablar con ese amigo por una bobada? ¡Este es el tiempo propicio para ir hacia él y mostrarle que el amor que Dios tiene por ti te ha ayudado perdonarlo y a pedir perdón! ¿Dejaste de hablar con esa amiga por un grave problema? ¡es momento de ir a aclarar el problema!
Que nuestra “limosna” nuestra piedad hacia los demás no sea solo económica. Da un poco de tiempo a quienes quieres. Es momento de ir con tu abuela y escucharla. Ahora es tiempo de ir a visitar a un enfermo. Es hora de darle la mano a ese compañero que le va mal en la materia que a ti te va bien. Hoy es el tiempo de ir con ese amigo del que te has alejado y dedicarle tiempo.
La tercera obra de piedad es el ayuno. Este nos indica la relación con nosotros mismos. ¿Cómo está tu relación contigo mismo? Es momento de dedicarte tiempo, de hacer gestos de amor propio. Quizá puedes salir contigo. Darte un paseo. Escucharte. Cumplir aquellas metas que ves imposibles. El Ayuno, no solo consiste en no comer alimentos, sino en ver tu interior, ver que no solo eres instinto, no eres solamente cuerpo, eres cuerpo y alma, tienes también una interioridad, tienes una relación contigo y hay que cultivarla. La cuaresma es también tiempo de vivir intensamente esta relación contigo.
Iniciar la cuaresma puede parecer una cosa de cada año, ¡ah, la cuaresma, sí, como el año pasado! Y viéndola así, se termina viviéndola quizá como una cosa habitual, como un tiempo más en el ciclo litúrgico, como la preparación exterior a algo exterior, perdiendo así la riqueza y la profundidad que esta tiene.
Sin embargo, la cuaresma tiene una dimensión profunda y muy rica que va descubierta, sobre todo vivida, que este tiempo de preparación interior y exterior, personal y comunitaria, te ayude a intensificar tu relación con Dios, con el prójimo y contigo mismo, para que llegues al sábado santo, a la vigilia pascual, la madre de todas las vigilias y también tú digas ¡Verdaderamente ha resucitado el Señor y vive en mí!
Inicia y vive intensamente esta cuaresma.