Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Ya caminando la Cuaresma, este Jueves, en el Evangelio de Mateo, el Señor nos dice, “pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá”. Conocemos la generosidad de Dios para con nosotros. Dios que piensa que conoce que quiere al ser humano, al hombre, a la mujer de todos los tiempos y dice con toda libertad que pidamos y se nos va a dar que busquemos y que vamos a encontrar su corazón generosos se abre a nosotros.
Hacia e final del texto dice “todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas”. El señor no quiere que nos cerremos en nosotros mismos, en nuestros pedidos sino que también estemos atentos a lo que necesitan los otros.
¿Que querés de bueno para vos?, y eso que querés desealo también, entregalo a tu hermano, tu hermana. No nos cerremos, sobre todo en este tiempo de cuaresma, tiempo de renovarnos en estas actitudes.
Que podamos preguntarnos en este día: Lo que quiero para mí, ¿lo quiero también para los demás?, ¿pongo las necesidades de los demás delante de las mías?