Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: “Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
En el evangelio de Lucas, este jueves, Jesús expulsa un demonio y le hacen bien a un hombre que empieza hablar y empieza a hablar seguramente del Evangelio. Sin embargo algunos se enojan porque Jesús expulsa demonios y otros quiere ponerlo a prueba por el milagro que ha hecho, pero Jesús dice que, en definitiva nos dice que en el Reino hay luchas internas, es un reino dividido, y el reino de Dios viene para que seamos uno, para que seamos de Él.
El Señor va a terminar diciendo que “el que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama”. Ante tantas cosas que vemos hoy y que conocemos también por el actuar de Jesús en el evangelio, no se trata de ese milagros, no se trata de si unos hablan de Jesús y otros no, se trata de que seamos uno y para serlo debemos estar con Jesús, y estar con Jesús es recoger, no desparramar.
Así que animémonos en este día a pensar, siguiendo este ejercicio de cuaresma ¿cuánto soy y estoy con Jesús?¿O ando criticando por ahí a la misma gente del Reino, de la iglesia? ¿Realmente mi corazón está abierto a la unidad para que seamos uno y entonces pertenezcamos al Reino?
Una bendición en el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo.