Domingo 22 de Mayo de 2022 – Evangelio según San Juan 14,23-29

martes, 17 de mayo de
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Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman ! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro sacerdote jesuita

 

 

 

La resurrección de Jesús nos habla del triunfo del Señor, y en Él, se manifiesta que la muerte ha sido vencida, que el amor al modo de Cristo siempre vale la pena, que la vida tiene sentido y que vamos camino hacia la eternidad, hacia la unidad plena y definitiva con Dios.

La resurrección de Jesús nos afecta a cada uno de nosotros de un modo muy especial, porque Él y el Padre desean venir y habitar en nosotros, quieren que seamos uno con Él que es el Dios Amor, que es el Dios Comunidad.

Pero este deseo de Dios necesita de nuestra libertad jugada por el amor, por la búsqueda del bien y de la fraternidad del Reino: el que me ama, dice Jesús, guardará mis Palabras y mi Padre lo amará y vendremos a Él y haremos morada en Él.

Dios quiere habitar en nosotros, quiere estar presente en esta historia y así, en nosotros, seguir amando y sirviendo, quiere seguir reconciliando y dando la vida por la salvación de todos. Jesús Resucitado quiere seguir vivo en nosotros, y eso es posible solo si le decimos que sí al amor, de un modo definitivo. Qué misión grandiosa, que responsabilidad enorme, que compromiso urgente de quienes tenemos el don de la fe en Cristo.

Jesús está esperando nuestro sí, para resucitar en nosotros y amar y más amar en cada momento y en cada lugar en donde estén sus amigos. Dios está presente dentro de nosotros e influye de manera decisiva en nuestra vida y, a través nosotros, en esta historia.

Dios no está lejos, no está en la vereda de enfrente, Dios está con nosotros y en nosotros y quiere vivir así para siempre, y nada, nada, ni la muerte puede romper con este amor que brota de Dios y nos une a Él.

Pidamos que el Espíritu de Dios, que nos promete Jesús, nos ayude a comprender que el Señor nos amó hasta el extremo y murió por nosotros para que tengamos una nueva vida en Él y resucitáramos con Él.

Necesitamos la luz del Espíritu que nos ayude a entender y que nos guíe a la verdad plena, aunque sea a pasos lentos. Qué será de nuestra vida cuando comprendamos que ya estamos vivos para siempre, cuando experimentemos y confiemos en que Dios que es amor está unido a nosotros porque vive en nosotros, cuando admitamos que la plenitud solo es posible por medio del amor que nos saca de nosotros mismos y nos impulsa a amar sirviendo con humildad, al modo de Jesús. Nada nos podrá detener si estamos unidos a Él. Ven Espíritu de Dios.