Me dejo atravesar por lo que es, por lo que duele. No huyo. No intento convencerme de falsas fortalezas, ni consolarme con falsas razones.
Tan solo acojo este instante que duele, esta entrega plena a tu voluntad.
Deseo decirte: Señor, ¿por qué?¿para qué? pero no puedo porque en el fondo sé que es para crecer en semejanza
Me pregunto: ¿Qué harías tú, Señor? para poder responder: ¿Qué hago yo con este silencio ensordecedor, con las memorias que rasguñan, con las dudas que agitan el oleaje interior?
Susurras: Permanecé entregada y confiada, dejando a la Vida ser, dejándote querer, Permanecé entregada buscando crecer, abrazando lo que sos, dando lugar a lo frágil, escuchando el cansancio, dando descanso a los pies heridos
Vale parar pero no permanecer inmóvil más de lo necesario
Dejar que duela pero no anclarse en el dolor
Entonces, una vez más
me siento llamada a: retomar la marcha, redoblar la apuesta darme de nuevo confiar en el Misterio esperar en paz seguir al Espíritu dejarme amar e imitar Tu modo de amar que engendra Vida y fecundidad.