Martes 24 de Mayo de 2022 – Evangelio según San Juan 16,5-11

lunes, 23 de mayo de
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.”

 

 

Palabra de Dios

P. Matías Burgui, sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

 

El Evangelio de hoy es tan cercano, tan humano, tan verdadero, tan cierto en nuestra vida que no cuesta trabajo identificarnos con lo que habrán sentido los discípulos. ¿Quién de nosotros no se pondría triste si le dicen que su mejor amigo se va a ir y ya no lo verá? Y todavía peor si ese que dice la noticia es precisamente el mejor amigo, ¿no? Bueno, estamos en este contexto de entrega y despedida, y eso es lo que hace Jesús con los discípulos, les dice abiertamente que se va a ir y claro, ellos se ponen tristes, se amargan. Sin embargo, el Señor les explica con paciencia: por favor, no llenen su corazón de tristeza, les conviene que yo me vaya. Y esto que parece una contradicción, se entiende a la luz del amor del Espíritu Santo. Es este Santo Espíritu el que les va a llenar el corazón de una manera impresionante, distinta, plena. El que va a venir les revelará todo lo que su corazón necesita para seguirme a donde voy. Me parece que este diálogo entre el Señor y los discípulos es propio de este tiempo, pero también propio de nuestro camino de fe. Mirar más allá, no quedarse en las mediaciones, buscar verdaderamente al Señor. Muchas veces caemos en la tentación de querer controlarlo todo, de querer saber todo, de sentir que no estamos solos. Fijate esto: Cuántas veces queremos sentir la fe, ¿no? El corazón por momentos nos parece incontrolable. Y eso muchas veces nos espanta. No sabemos cómo manejar lo que sentimos y lo que dejamos de sentir, pero eso no significa apagar el anhelo que hay en tu corazón, sino más bien saber encausarlo en y desde Dios. No va a ser fácil, es cierto, pero es la manera que Jesús tiene de llegar a tu corazón y a tu vida. Para vivir de verdad el sabernos sostenidos por Dios, el descubrirnos amados por Él, hace falta el desapego. En realidad nos hace bien no tener todo en claro o solucionado, eso implica tener que prepararnos y, en definitiva, confiar. Así es la fe, prepararnos y confiar. Necesitamos el Espíritu Santo, ese amor de Dios que ya hemos recibido en el bautismo, pero que a veces tenemos como enjaulado, ¿no? Qué importante vivir en esta clave. Vivir en clave de preparación, vivir en clave de escucha, de espera y no dejar que nuestro corazón se llene de tristeza. Preguntate qué tanto estás aprovechando la presencia del Espíritu Santo en tu vida, qué tanto lo estás llamando o invocando para discernir lo que tenés que hacer. Pedir su asistencia para que te vaya orientando, para que te consuele, para que te dé ánimo, de eso se trata todo. Nos hace bien tener el anhelo de Jesús, es lo que hace nuestro corazón arda. Es cierto, a veces llega el desánimo o el cansancio. Pero Dios está. No importa si conoces a Jesús de toda la vida o si recién estás empezando a acercarte, te conviene separarte de Jesús. Pero no malentiendas, eh. No separarse del verdadero Jesús, sino del que te fabricaste vos, del armarte un Dios a tu medida. Dejate sorprender por el amor de Dios. Él va a estar con vos, no se va a borrar, es necesario que te encuentres con el verdadero Jesús, porque sin deseo la vida no tendría dolor, pero tampoco tendría gozo. Busca ese deseo, el deseo que el mismo Dios puso en tu corazón y ahí entonces no va a haber angustia que te invada, no va a existir dolor que te aplaste. El consuelo que Jesús te va a dar, el que supera todo lo que podés pensar, te va a hacer vivir en la esperanza. ¿En quién estás poniendo tu confianza? Linda tarea para meditar hoy.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.