Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre”.
Se va terminando el tiempo de Pascua, aunque eso no significa que se vaya terminando la Resurrección de Jesús. Al contrario, terminará el tiempo de celebrarlo especialmente porque tendremos el nuevo desafío de encontrarlo vivo cotidianamente, y es el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios vivo quien nos ayuda a reconocerlo, a vivir su vida nueva y a llevarla a todo el mundo. Por eso te propongo que comiences este momento de oración llamando, pidiendo, abriéndote al Espíritu Santo. No te compliques mucho para hacerlo, simplemente invitalo a vos: Ven Espíritu Santo… Dame Jesús tu Espíritu Santo… Espíritu de Dios lléname…
Es su Espíritu la mejor ayuda para escuchar a Dios hablándonos en su Palabra. Hoy leemos: “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre” y más adelante: “ustedes pedirán en mi nombre”. Y por eso, podemos preguntarnos ¿qué es pedir “en tu Nombre”, cómo es pedir “en tu Nombre”?
Podemos enojarnos algunas veces por sentir que Dios no nos escucha, o que no cumple nuestros pedidos, creyendo que no se interesa por nosotros, decepcionados y defraudados. Pero Dios siempre cumple lo que promete, entonces, ¿cuál es el modo de “pedir en su Nombre” que Jesús nos quiere enseñar?
Cuando decimos en la vida cotidiana: “hablale de mi parte”, queremos decir “contale que sos amigo mío, que sos hermano mío, que lo contactás de mí parte, por mí”. Entonces, tal vez la cuestión no es “lo que pido” sino si verdaderamente lo hago “en su Nombre”, si voy “de su parte”. Si lo que pido es bueno de verdad o es un capricho. Si es bueno para todos o brota de cierto egoísmo individual. Si estoy comprometido e involucrado “hasta dar la vida” en ello, como Jesús, o lo pido de un modo cómodo o mágico tal vez.
Porque si es bueno para todos, acorde al camino pleno de Dios, y si estoy comprometido con todo lo que puedo, entonces probablemente esté pidiendo “de parte de Jesús” y así, asegura él, que podemos confiar en que nos lo concederá.
– Pidamos a Jesús su Espíritu Santo, que nos ayuda a pedir cuando no sabemos cómo hacerlo… que nos ayude a suplicar, a esperar y a recibir la respuesta -venga como venga- en Nombre, de parte, de Jesús, abiertos y confiados siempre al Padre que quiere y provee cada día por nuestro cuidado, felicidad y santidad.