Estoy acá buscando el modo de quererlos lo mejor que pueda, lo cual ahora consiste en la simpleza de buscar fotocopias que animen su estudio y cocinar una torta sencilla que los haga sentir queridos y pensados. Descubro una vez más la hondura de la frase “la diferencia entre darlo casi todo y todo es infinita”.
No da lo mismo si voy a servirles, es decir, a amarlos, sin previa preparación ni conciencia sobre lo que hago y por qué lo hago, sin predisponerme a contemplar con quién me encuentro que si voy habiendo puesto los medios para amar y para contemplar en ustedes lo amado.
No da lo mismo porque no es lo mismo ir con los ojos cerrados que ir con ellos abiertos, ni tampoco lo es ir pero no estar ahí o estar deseando habitar otro sitio que estar presente gustando el instante que acontece.
Ojalá sepa servirlos, es decir, amarlos de lleno, hacerlos sentir queridos y hacer del tiempo compartido hogar y fiesta. ¡Que sean nuestros viernes a la siesta el festejo de caminar con otros, de ser queridos y de caminar con Sentido!