Sábado 02 de Julio de 2022 – Evangelio según San Mateo 9,14-17.

lunes, 27 de junio de
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Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?”. Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!”.

Palabra de Dios

Padre Santi Obiglio | Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

 

Te invito a compartir este rato con Dios buscándolo en su Palabra. Trato de leer y escuchar el texto dejándolo resonar en mi corazón… ¿Me queda alguna palabra, algún sentimiento, alguna sugerencia interior?

Este sábado contemplamos el encuentro de Jesús con los discípulos de Juan el Bautista, que lo buscan interrogándolo sobre sus tradiciones.

Decía el Evangelio: “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?” Y Jesús probablemente intuye que bajo la pregunta sobre la costumbre del ayuno hay algo más hondo. Tal vez no es tanto la cuestión de ayunar sino la disposición a lo nuevo, a un nuevo modo de vincularse con Dios que Jesús enseña a sus discípulos.

– Me pregunto sobre las costumbres que yo recibí en la fe… ¿En qué medida me vincularon con Dios? ¿Cuáles sostengo? ¿Cuáles fui transformando en el camino?

Al mismo tiempo, Jesús es maestro en integrar la tradición y la novedad, armonizando lo viejo y lo nuevo. Sus enseñanzas valoran lo antiguo, porque el pasado de tradiciones también es parte de la historia de Dios con su pueblo. Pero no quedan encerradas allí, sino que abren las costumbres a una novedad que Jesús quiere ofrecer.

– ¿Cómo está mi propia apertura a los cambios, a lo nuevo? ¿Qué ámbito de mi vida está necesitando abrirse a la novedad -esos odres nuevos para un vino nuevo?

Termino conversando con Jesús, mi Maestro. Lo escucho, le pregunto, dialogo como un discípulo con su Maestro. Puedo entregarle mi día, para que Dios conserve o renueve según su voluntad.