Árboles de Paz

jueves, 7 de julio de
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“Dios no es de este mundo. Lo creó, pero no pertenece a él”

¿De qué trata? Resumen

Árboles de Paz es un drama socio-histórico ambientado en Ruanda en el año 1994, donde los enfrentamientos previos entre las etnias hutu y tutsi derivaron en el asesinato del presidente de ese país, situación que precipitó uno de los mayores genocidios de la historia con el triste saldo de cerca de un millón de muertos en tan solo tres meses de barbarie, odio y sinrazón.

El film avanza de manera contundente sobre las marcas que ha dejado la colonización en dicho país, y lo hace en un espacio interior reducido desde donde, no obstante, podemos sentir las atrocidades que se están gestando allí afuera donde tiene lugar la masacre perpetrada contra los tutsis.

La directora y guionista Alanna Brown, inspirada en hechos reales que recuerdan mucho a lo vivido y relatado por Immaculée Ilibagiza en su libro “Sobrevivir para contarlo”, reúne a cuatro mujeres de distintos credos, etnias y procedencias y las hace convivir en un pequeño sótano donde se esconden de las violentas milicias “interahamwe” de hutus. Ellas son Annick, una hutu moderada que junto a su esposo Francois ofrecen su vivienda y exponen sus vidas para ayudar a los tutsis; Mutesi, una chica tutsi que lucha por contener su rencor contra los hutus; Peyton la joven norteamericana que cumple su voluntariado en el país y la hermana Jeanette, quien lidia con su propia batalla espiritual interna.

¿Por qué verla?

Porque nos adentra en lo más profundo de los sentimientos humanos, y en cada minuto vamos sintiendo en carne propia la desdicha de una nación que se desangra en un conflicto civil, pero fundamentalmente porque nos enseña que puede haber fraternidad en las diferencias y porque la vida siempre se termina imponiendo aún en medio de una tragedia. Y porque, aunque no siempre podamos ver lo evidente, Dios es nuestro consuelo en las horas más dramáticas.

Para dejarnos interpelar…

¿Tiene algún sentido orar cuando afuera están matando gente? Sí, porque Dios siempre nos está escuchando. Y también porque al hacerlo plantamos semillas de amor para ver florecer árboles de paz.

Cuatro mujeres que en 81 días de encierro se encontraron a sí mismas, hermanadas en el dolor y decisivas para el posterior proceso de sanación de todo un país. ¿Es que acaso puede haber perdón después de semejante odio? Es el don que el Dios de la misericordia nos regala a los cristianos, y hoy los tribunales “gacaca” cumplen un papel de reconciliación nacional y étnica donde víctimas y victimarios se reconocen como hermanos.

Trailer de la película: 

La película está disponible en la plataforma de streaming Netflix. Para encontrarla, hacé click  AQUÍ