Evangelio según San Juan 12,1-11

lunes, 10 de abril de
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Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:”¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”.Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”.Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado.Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

 

 

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de Arquidiócesis de Córdoba

 

 

Estamos entrando en la Semana Santa, en la semana de la pascua de Jesús y la liturgia de hoy coloca ante nosotros el comienzo del capítulo 12 del evangelio de Juan, que enlaza el Libro de los Signos (cc 1-11) y el Libro de la Glorificación (cc.13-21). Aparece con claridad la tensión entre Jesús y las autoridades religiosas de la época (Jn 10,19-21.39) y el peligro que corre.


Durante la comida, María unge los pies de Jesús con medio litro de perfume de nardo puro (cf. Lc 7,36-50), un perfume muy caro, y los seca con sus cabellos.  María no habla. Sólo actúa. Lavando los pies, María se convierte en servidora. Jesús repetirá ese mismo gesto en la última cena (Jn 13,5).

 

Dos afirmaciones de Jesús merecen un comentario detallado:


(a) “A los pobres los tienen siempre con ustedes” En aquel tiempo, las personas conocían el Antiguo Testamento de memoria. Bastaba que Jesús citara el comienzo de una frase del AT, y las personas ya sabían lo demás. El comienzo de esta frase decía: “¡A los pobres los tienen siempre con ustedes!” (Dt 15,11a). El resto de la frase que la gente ya conocía y que Jesús quiso recordar, era ésta: “¡Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano el pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra!” (Dt 15,11b). Según esta Ley, la comunidad debe acoger a los pobres y compartir con ellos sus bienes. Pero Judas, en vez de decir “abre la mano a favor del pobre” y comparte con ellos tus propios bienes, quería decir que se haga caridad con el dinero de los demás. Quería vender el perfume de María por trescientos denarios y usarlos para ayudar a los pobres. Jesús cita la Ley de Dios que enseñaba lo contrario.


Quien, al igual que Judas, hace campaña con el dinero de la venta de los bienes de los demás, no incomoda. Pero aquel que, como Jesús, insiste en la obligación de acoger a los pobres y compartir con ellos sus bienes, éste incomoda y corre el peligro de ser condenado.


(b) “Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura”. La muerte en la cruz era el castigo terrible y ejemplar, adoptado por los romanos para castigar a los subversivos que se oponían al imperio. Una persona condenada a muerte de cruz no recibía sepultura y no podía ser ungida, pues quedaba colgando de la cruz hasta que los animales se comían el cadáver, o recibía sepultura rasa de indigente. Además de esto, según la Ley del Antiguo Testamento, tenía que ser considerada como, “maldita por Dios” (Dt 21, 22-23). Jesús iba a ser condenado a muerte y muerte de cruz, consecuencia de su compromiso con los pobres y de su fidelidad al Proyecto del Padre. No iba a tener un entierro. Por eso, después de muerto, no iba a poder ser ungido. Sabiendo esto, María se anticipa y lo unge antes de ser crucificado. Con este gesto, indica que aceptaba a Jesús como mesías, aunque estuviera ¡crucificado! Jesús entiende el gesto de la mujer y lo aprueba.

 

Para la reflexión personal


María fue maltratada por Judas. ¿Te has sentido maltratado/a alguna vez? ¿Cómo has reaccionado? ¿Qué nos enseña el gesto de María?
¿Qué nos advierte la reacción de Judas?


Lázaro vivo era la prueba viva de que Jesús era el Mesías. Tu comunidad,  ¿es prueba viva de la Buena Nueva de Dios?

 

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