Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: ‘Ve’, él va; y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo hace”. Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”. Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
El texto del evangelio de este lunes nos cuenta acerca de un Centurión que quería que Jesús le sanara un servidor, entonces se lo cuenta a algunos amigos, estos van hasta Jesús y expresan una frase hermosísima, porque dice: “mereces que le concedas lo que está pidiendo”. Qué linda manera de interceder.
Algunas consideraciones a tener en cuenta: Cuando rezamos por nuestros amigos, o queremos llevar a alguien a Jesús, ¿cómo lo hacemos?. O cuando pedimos por la salud de otro ¿cómo es nuestra oración?
Deberíamos llevárselo: “mira Señor, este es un chico bueno, una mujer que es muy buena y merece que le prestes atención. Una manera lindísima de interceder por el otro. No es sólamente decirle: “que el que le conceda el milagro”, sino que también hacerlo conocer.
Cuando rezamos por otro, ¿cuánto le contamos a Jesús por otro, por otra? ¿Cuánto le contamos a Jesús como es? ¿Qué cosas merece? ¿Qué le haría bien?
Seguramente hoy tenés alguien por quien interceder, rezar. Lo hagamos lo de esta manera: acercándoselo a Jesús y contándole todo aquello que merece, cómo es, qué le haría bien, y seguramente Jesús va a escuchar.
Que Dios lo bendiga y que tengan un buen comienzo de semana.