Lunes 26 de Septiembre de 2022 – Evangelio según San Lucas 9,46-50

lunes, 19 de septiembre de
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Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: “El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande”. Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros”. Pero Jesús le dijo: “No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes”.

 

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti | Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba

Este lunes la propuesta de la liturgia es del evangelio de Lucas y nos cuenta un pasaje, un momento en que los discípulos de Jesús se les ocurre hacerse una pregunta: ¿quién sería el más grande?

¡Entre ellos! no preguntándose, evidentemente por la edad, como decimos nosotros: “este es más grande que este porque tiene más años, sino porque:
– ¿Quién era superior?
– ¿Quién era el mejor?
– ¿Quién era el que iba a mandar?
– ¿A quién le tocaba ser el que manda?

Y Jesús conociendo sus pensamientos antes que se lo preguntaran o escuchando la pregunta pero sabiendo adonde apuntaba, “el que recibe este niño en mi nombre, me recibe a mí y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió, porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande”
¡El más pequeño de ustedes, ese es el más grande!

Pensaba hoy mientras andamos por ahí, tengo una tentación que nos viene mucho y a veces mucho de nuestro pecado tiene que ver con, esta actitud nuestra de “sentirnos mejores, o superiores” ¿no?
O, al revés también:

– “por ahí”, nos sentimos, pensamos que alguien escucha mejor que nosotros, ¡también! ¿no?
Y nosotros nos sentimos como “inferiores”

Y para Jesús no pasa por ahí la cosa, ¡no pasa por ahí la cosa!, sino que aquel que es sencillo, que se siente “el mismo” pequeño, ese es el más grande.

– El cotidiano.
– El de “todos los días”.
– El que te ofrece una mano.
– Vos mismo, cuando haces una caridad, cuando le sonreís, o cuanto también le anuncias el evangelio, pero con ese corazón de niño, con un corazón de niño, con la simpleza que tiene el corazón de niño.

Que lindo que hoy recemos esto:
si me estoy sintiendo por ahí, más grande que otro, mejor que otros, revisar mi corazón y escuchar esto: el que se haga como este niño (como tiene que ser mi corazón)

Pero por ahí también puedo sentir la tentación de sentirme “menos”, menor según las palabras del evangelio que otro.

Saber que nadie es mayor ni menor, ni más grande ni más chico.
Sino que, en realidad, somos discípulos de Jesús

Y el discípulo de Jesús es pequeño y está emparejado con todos para el anuncio del evangelio para pasar haciendo el bien El lo hizo.