Domingo 09 de Octubre de 2022 – Evangelio según San Lucas 17,11-19

martes, 4 de octubre de
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Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”. Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y en el camino quedaron purificados.  Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?”. Y agregó: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

 

 

La reciprocidad es fundamental en nuestra vida; reconocer el bien que recibimos de parte de Dios y de los demás es una actitud, no solo positiva, sino que nos abre al amor y al servicio, nos abre a la fraternidad y es puerta de la felicidad y de la salvación.

Ser agradecido solo es posible desde el corazón humilde que se da cuenta de lo que se le ha dado, y desde ese reconocimiento, cuando es sincero, brota la respuesta que le permite salir de sí para dar al otro, no como pago, sino como acto de amor. De hecho el amor, cuando bien se entiende y se abraza, consiste en dejarse amar y en el dar amor, en dejarse servir y en servir. Y en nuestra relación con Dios esta actitud de reciprocidad parte de la experiencia de fe de quienes hemos experimentado que Dios nos ha amado primero, con un amor gratuito e incondicional.

El Evangelio de hoy nos habla de lo que le sucedió a Jesús con diez leprosos que se acercaron a él pidiéndole que los sanara. Obedeciendo a Jesús, los leprosos van al templo para presentarse a los sacerdotes, para ser reincorporados a la vida social. En el camino se descubren sanados, pero solo uno de ellos vuelve a agradecer a Jesús por lo que había hecho; solo uno se toma el tiempo para reconocer la fuente del bien que había recibido, y regresa para agradecer al Señor. Éste era un samaritano, un extranjero considerado contaminado por sus creencias; sin embargo fue el único que abrazó el amor y respondió con amor. Fue el único que desde la fe, acogió la lógica del amor.

¿Qué vamos buscando en primer lugar por la vida? Estar bien, estar sanos o amar. Es importante la respuesta, porque desde ella cambia radicalmente la actitud frente a los demás y vivir la vida con un sentido o con otro.

Solo uno volvió a agradecer a Jesús, solo uno cayó en la cuenta de que el bien recibido venía de la relación con el Señor, y eso lo impulsó al gesto agradecido en esta misma relación. Cuántos de nosotros podemos ir por la vida sin conciencia de lo recibido y sin reconocer de quién lo recibimos. Así quizás vayamos sanados, como los otros nueve leprosos, pero sin la alegría interna de la salvación que viene de Dios y que solo la abraza aquel que valora su capacidad de responder y lo hace con amor y servicio.

Todos nosotros nos podemos identificar con estos diez leprosos, dándonos cuenta del bien que recibimos a lo largo de nuestra vida. Ahora nos toca elegir la actitud desde la que queremos vivir, si la de aquellos nueve, que siguieron de largo contentándose con su propio bien, o la del samaritano que regresó traduciendo su sanación en agradecimiento, ese gesto de amor que construye la fraternidad del Reino.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.