Miércoles 02 de Noviembre de 2022 – Evangelio según San Lucas 24,1-8

lunes, 31 de octubre de
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“El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día». Y las mujeres recordaron sus palabras”.

 

 

Palabra de Dios

Padre Nicolas Ceballos| Sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

 

Hoy 2 de noviembre, día de la conmemoración de todos los fieles difuntos, escuchamos el anuncio solemne de la resurrección del Señor.

Nos encontramos a estas mujeres, discípulas y amigas de Jesús, que muy de madrugada se acercaron al lugar donde el Maestro había sido sepultado. Silencio, oscuridad, dudas, incertidumbre y tristeza decoran esta escena. Porque estos son los duros atributos que rodean a la muerte. Todos los hemos experimentado tras la partida de algún familiar o amigo cercano. Nos hemos vestido con estas prendas que ponen al desnudo el corazón finito del humano. Ellas se acercan y encuentran la piedra removida. El temor no les permite levantar la vista del suelo. No se atreven a mirar hacia adelante, y mucho menos a poner la vista en lo alto. Y de repente esta voz evangélica irrumpe: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.

En esta conmemoración de los fieles difuntos la Iglesia nos invita a levantar la vista del suelo. Nos invita a no recordar con pena a los que ya se han ido. Es verdad que el dolor sigue presente y que intentar borrarlo de nuestro corazón de carne, sería incluso un insulto a la memoria de aquellos que realmente hemos amado y que, por ese motivo, los extrañamos.

En el medio del dolor y del desconcierto, escuchá la voz de los ángeles, testigos de la resurrección, ¡levanta la vista!
Levantá la vista, porque la muerte ya no tiene poder.

Levantá la vista, porque el Salvador de los hombres ha vencido lo que nadie había vencido.
Levantá la vista, porque no sólo ha demostrado que la oscuridad ya no nos envuelve, sino que con su luz ha vuelto luminosa la esperanza de los cristianos.
Levantá la vista, porque hoy conmemoramos a millones que han partido y que han sido abrazados por la vida eterna que el resucitado nos ha regalado.
Levantá la vista, porque el que ha muerto crucificado con Cristo, resucitará con Él.
Levantá la vista, porque vos también atravesarás por esa estrecha puerta.
Levantá la vista, porque te espera un abrazo definitivo con Jesús, María, sus Santos y todos tus seres queridos.

Hoy honramos la memoria de aquellos que han creído en Él. De aquellos que han recibido un mensaje que se convirtió en salvación. Hoy levantamos la vista con un recuerdo siempre presente y con una sonrisa esperanzadora.