Jesús dijo a sus discípulos: “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”.
Te invito a rezar con el Evangelio del día de hoy, jueves 1 de diciembre avanzando en esta primera semana del Adviento. En ese caminar el Evangelio nos regala una pregunta que nos ayuda a la meditación, a la evaluación, podríamos decir a un examen de conciencia.
¿Somos aquellos cristianos que seguimos a Jesús solamente de palabra o somos aquellos cristianos que somos capaces de acoger su voluntad, de escuchar su voluntad? Parece una diferenciación muy dicotómica y probablemente tengamos un poco de los dos. Probablemente tengamos en nosotros está intención de recibir, de escuchar, de acoger la voluntad pero también muchas veces reconocemos que somos de esos cristianos que solamente nos quedamos en palabras.
En esa tensión que la meditación de este evangelio nos ayude abrir el corazón para recibir la palabra de Dios, para escuchar su voluntad y para que recibiendo, escuchando su voluntad podemos llevarla a la práctica. La fiesta de la Navidad se trata precisamente de eso. Hacia allá caminamos en este tiempo de adviento.
Que la Virgen, nuestra Señora del Adviento, nos acompañe en este caminar. El señor los bendiga y la Virgen nos cubra con su manto.