Soy ciega y aunque vea
llevo el corazón adormecido
porque elijo ese frío
a ver y palpar el dolor
en su hondura
en su fealdad
en su desmesura
Llevo mi humanidad
a veces a cuestas
y tú me preguntas
qué hago por Ti,
qué he hecho,
qué hago
Y reconozco que
estas manos han alzado
y acunado la vida,
redimiendo mi historia,
dándole la vuelta al dolor.
Yo, herida y frágil,
he amado heridos y frágiles.
Estos pies han caminado
calles de tierra
más allá el cansancio
para servirte
entre libros y gestos de amor.
Señor, en mi fragilidad
te he amado lo mejor
que he podido.
Y lo hago ahora
cuando elijo detenerme
y regalarte mi tiempo,
mi mirada y mis palabras
Lo hago ahora, Señor,
como puedo,
donde puedo,
pero que no te quepan dudas
de que es lo que más deseo.
Lo haré mañana
en respuesta agradecida
confiando en tu gracia
que vence los muros
de mis miedos
y me llama
a la tierra del encuentro,
de la acogida del dolor
y de la vida en su espesura,
en su hermosura,
en su misterio.
Guíame, Señor. Confío.