Jueves 26 de Enero de 2023 – Evangelio según San Lucas 10,1-9

martes, 24 de enero de
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El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.”

 

Palabra de Dios

Padre Juani Molina | Sacerdote de Schoensttat

 

Hoy, el evangelio va al grano y no permite mucha vuelta. ¿Estamos siendo luz?¿Estamos regalando luz ahì donde nos toque estar? ¿O más bien, estamos guardando nuestra luz? ¿Qué estamos haciendo con la luz que el Señor encendió en nuestro corazón?

Nosotros, cada uno de nosotros, por el bautismo, somos portadores de una luz. Y que este tiempo de vacaciones para la mayoría, vacaciones escolar, vacaciones de estudio, no sea un tiempo para guardar la luz, no sea un tiempo para esconder esa luz. Sino, por el contrario, aprovechemos las innumerables oportunidades de encuentros, de ocio, de recreación que este tiempo nos da, para también en esas circunstancias regalar la luz.

La luz de Jesús, la luz del amor, la luz que tenemos encendida en cada uno de nuestros corazones, desde el bautismo, por el bautismo en la creación.

Que al contemplar esta imagen, este pasaje del evangelio el Señor nos anime a llevar nuestra luz ahí donde nos toque estar. Nos regale el coraje, la valentía, la alegría necesaria para ser buenos testimonios su presencia, de su vida para ser buenos instrumentos de su luz.

Les deseo de corazón que Dios los bendiga y que la virgencita los cubra con su manto.