Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos.Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. ” Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.
La palabra de este día lunes nos invita a meternos de lleno en este diálogo. En este encuentro entre Jesús y Nicodemo, un dialogo que será de noche, pero que nos invita a haberlos central del tiempo Pascual, que es el sacramento del bautismo, a renacer de lo alto, a reencontrarnos con la alegría de la resurrección y también a revisar nuestra propia vida bautismal. ¿Cómo se hace eso? Bueno, te dejo algunas ideas que a lo mejor te pueden ayudar en tu oración de hoy.
En primer lugar, nacer de nuevo. Jesús se lo dice a Nicodemo que lo había ido a ver de noche: necesitás nacer de nuevo” y dicho a él, también es algo para cada uno de nosotros. Renacer de nuevo significa, en definitiva, dejarnos y encontrarnos con el amor de Dios, dejarnos amar por Dios, volver a empezar, descubrir la voz que grita en nuestro corazón, esta búsqueda, este anhelo de plenitud, de paz, de alegría. reencontrarnos con Dios. ¿Por qué reencontrarnos? Porque al señor ya lo recibimos. ¿Cuándo lo recibimos? El día del bautismo. Acordate que ese día te hiciste hijo de Dios, que nadie va a cambiar eso, que nadie puede transformar esa realidad. Sos hijo de Dios, hija de Dios para siempre, no importa cuánto te alejes, no importa cuán sólo te sientas, cuán sola te sientas. Hoy el Señor te lo vuelva a recordar: sos su hijo, hijo de Dios, sos hijo del Padre del cielo. Por eso, no hay nada que vos puedas hacer, ni para bien ni para mal, que haga que Dios te deje de amar. No importa cuántos años pasaron desde el último encuentro con Jesús, siempre vas a poder volver, siempre. No hay edad para volver, seas joven, seas anciano, tengas muchos problemas, tengas pocos problemas. Hoy el señor te invita a renacer, a volver a encontrarte con su misericordia y a dejarte amar por Él. Pregunta central para tu vida, para este día: ¿te estás dejando amar por Dios, estás dejando que Dios vaya transformando tu vida, te estás transformando en otro Jesús? Acordate, los mismos sentimientos que Cristo Jesús, poder decir “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. ¿Estás andando con Jesús? Bueno, dime con quién andas y te diré quién eres. Acordate: el Señor hoy te está ofreciendo su vida en tu vida, te está ofreciendo reconciliación. ¿Te vas a acercar, vas a dejar que el Señor te vaya transformando?
En segundo lugar, la carne y el espíritu. Habla del hombre viejo y del hombre nuevo, en definitiva, es lo que nos dice San Pablo: hoy hay que nacer de nuevo. ¿Y eso qué significa? Abandonar todo aquello que nos aleja de Dios. ¿Qué es lo que hoy te está alejando de Dios, qué es aquello que hoy te preocupa, aquello que te quita la paz, aquello que te está quitando la alegría? Ponelo en manos de Dios, orá con tus debilidades, orá con tus problemas. Decile al Señor: “Señor, todo lo que tengo, bueno, hoy me toca rezar con esto. Te lo ofrezco, Señor, ayudame Señor, dame fortaleza, sosteneme”. Acordate, abandonar el hombre viejo es un proceso, no quieras cambiar de un día para el otro, pero por algo hay que empezar. ¿Por dónde querés empezar? Preguntate: ¿dónde quiero que Jesús entre, ¿dónde siento que en mi vida todavía Jesús no es rey y Señor? Y preguntale a Él también, animate a preguntarle: “Señor, ¿dónde me querés transformar? ¿En qué aspecto de mi vida querés empezar a trabajar? Decile que sí al Señor, animate a dejar ese cheque en blanco de tu vida en manos de Dios.
Por último, la herramienta. Como decíamos, la herramienta es el bautismo, acordate del día de tu bautismo, acordate de esa gracia que recibiste y viví como bautizado, viví como resucitados, viví como hijo de Dios. Y acordate: si sos padrino, recordá a tus ahijados. Si hace mucho que no sabés, no hablás con ellos, si hace mucho que no rezás por ellos, qué momento buenísimo sería para acercarte, para hacerles saber que todavía rezás por ellos. A lo mejor hace años que no hablás, a lo mejor ya perdiste contacto, pero eso no te impide rezar por ellos. Seas padrino, o seas ahijado, hoy es un día para acordarse de los padrinos también. Poné en manos del Señor aquello que él puso en tus manos, rezando por tus ahijados, pedile al Señor que ellos vivan como resucitados y que ellos también te recuerden que vos sos hijo de Dios.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre amén.