Miércoles 24 de Mayo de 2023 – Evangelio según San Juan 17,11b-19

martes, 23 de mayo de
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Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: “Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.”

Palabra de Dios

Padre Nico Molina | Sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

Hoy celebramos la fiesta de María Auxilio de los cristianos. La tierna advocación de María que Don Bosco tanto amó y a la que tanto confío. Con ella, la auxiliadora de los cristianos, meditamos el evangelio de hoy.


Hoy escuchamos la llamado oración sacerdotal de Jesucristo. Él frente al Padre, en profundo encuentro, dirige una oración en la que nadie queda afuera. Reza por los suyos, por los que los han conocido, y por los que lo van a conocer en el anuncio que luego sus discípulos, movidos por el Espíritu Santo harán en su nombre.


En esta oración, Jesús, pide al Padre: “Padre santo, cuídalos en tu Nombre a los que me diste para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, Yo los cuidaba en tu Nombre a los que me diste”. En estas palabras se deja ver el profundo amor que Jesús tiene por sus discípulos. Un amor puro que quiere proteger y cuidar, y que, ahora llegando el momento de ir al encuentro del Padre, quiere dejar encargado al cuidado del Espíritu Santo. Jesús reza intercediendo por todos nosotros para que nadie quede libre del cuidado de Dios, para que nadie en medio de las dificultades, los desaciertos y las oscuras quebradas, experimente la amargura de andar solo. Dios está con nosotros en cada uno de esos momentos.


Dice Jesús también: “No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno”. El Señor sabe que la obra del mal trae como consecuencia en los corazones de los fieles el mal del olvido de Dios. En la oración sacerdotal de Cristo al Padre, pide para que estando en el mundo, seamos preservados del mal del olvido de Dios, del mal de la indiferencia antes las cosas de Dios, del mal del egoísmo que nos cierra a vivir como solitarios en medio de una creación en comunidad.


Celebrando la memoria de María auxiliadora, estas palabras de Jesús toman un matiz maternalmente mariano. María es la respuesta de Dios a esta oración de Jesús. Si Jesús dice: “Padre cuídalos”, el Padre responde: “María será el auxilio de los cristianos”. Si Jesús dice: “Padre, presérvalos del maligno”, el Padre responde: “María será el auxilio de los cristianos”. Nuestra Madre es la tierna respuesta del Padre con la que podemos experimentar ese cuidado celestial. En ella encontramos el auxilio cuando la tentación del mal se asoma en nuestro corazón.


Ella mujer llena del Espíritu Santo, como en las bodas de Caná, advierte nuestras necesidades y clama a Jesús diciendo: “no tienen el vino de la alegría y de la plenitud”.


Ella a los pies de la Cruz se muestra dispuesta a recibirnos como Madre, para que la llevemos a nuestra casa y la amemos profundamente con amor de hijos.


Ella en el tabernáculo de pentecostés, rodeada de los apóstoles, espera confiada el Don del Espíritu, para llena de sus dones encender nuestros corazones con lo que nos hace falta para que nuestra vida también se vuelva toda para Jesús.


María, Auxilio de los Cristianos, ¡Ruega por nosotros! Con tu oración fecunda cuídanos en nuestro diario peregrinar, y con tu presencia vence el poder del maligno en nuestra vida. Madre amada se nuestro auxilio, que confiamos en que sos la mujer llena del Espíritu Santo.


Que, en este camino de preparación a Pentecostés, María permanezca con vos en oración fecunda y profunda, como la oración que ella tiene, como la oración que Jesús tuvo frente al Padre. Que Dios te bendiga.