Evangelio según San Mateo 13,47-53

jueves, 3 de agosto de
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Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. 

 

Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 

 

¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron.  Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.  Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

 

Palabra de Dios

 


 

P. Cristian Salomón sacerdote de la Arquidiócesis de Rosario 

 

Jesús enseñaba en parábolas y no lo hacia sin ellas, por medio de parábolas nos fue mostrando su Reino, un Reino que se parece a un sembrador, que esparce por todos lados la semilla, generoso y paciente, un Reino que es fecundo y va creciendo desde lo oculto, desde la noche, un Reino que sabe de trigo y de cizaña, pero que es paciente para esperar los frutos, un Reino que se deja encontrar y que hay que buscar, porque vale la pena.

 

Hoy la Palabra nos presenta la ultima de toda esta serie de parábolas, la red que se echa al mar, una red que no se rompe, una red que reune y juntar muchos peces, de todas las clases, para luego en la orilla, separar lo que sirve en canastas y lo demas tirarlo. También nos llega hoy su explicación, asi sucederá al fin del mundo, los ángeles serán quienes separen lo bueno y lo malo.

 

Todas estas parabolas, nos muestran al mismo Jesús, al mismo Dios, y tambien la que hoy escuchamos, un Dios que se echa al mar como Pescador, como Buscador, como Quien desea, quiere encontrarse con vos, con todos, que busca lo mejor de nosotros, sosteniéndonos en todo el entramado de su misericordia, misericordia que se muestra de modo especial en la generosidad y la paciencia, en el esperar, hasta llegar a la orilla para separar lo bueno y lo malo, como con el trigo y la cizaña, esperando que adure el trigo.

 

Cuantas veces nosotros, ansiosos y o apurados, incluso con nosotros mismos y por supuesto con los demás, nos vemos tentados queremos pescar en la pecera, queremos sacar todo bueno y sin todavia haber sacado la red, separar lo que nos parece malo o bueno…

 

El Señor nos sólo echa la red al mar, y junta de todo, sino que espera, tene paciencia, hasta el fin del mundo, sabe de procesos y tiempos y desconfia, diría yo, de juicios apresurados.

 

El Señor te espera, se paciente, generoso con vos mismo, no te mutiles de ansioso y apurado, permitile al Señor que vaya obrando en lo secreto, en lo profundo, en el silencio, no te escapes de la red, dejate elegir por Él, porque como nos dice el Padre Eduardo Meana, “Sean mis ojos tu espejo …Y vuelvas a ver lo valioso que hay en vos” pero también esperá, se paciente y generoso con los demás, no te apresures ni equivoques, mirá, se generoso y espera a los demás como Dios te mirá y espera.

 

Que tengas lindo día, Dios te bendiga.

 

Oleada Joven