Jesús, dijo a sus discípulos:Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha,preséntale también la otra.Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto;y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Bueno, comenzamos otra semana y seguimos en el mes de junio, un mes dedicado al Sagrado Corazón. Es algo que no tenemos que olvidarnos, no perder de vista esta gracia que nos regala nuestra madre la Iglesia de reconocer la necesidad que tenemos vos y yo del Corazón de Jesús.
Tenemos que crecer en el amor y la fidelidad al corazón de Jesús, ir configurándonos con él. Por eso el Evangelio de hoy nos muestra al Señor como un maestro que educa, que enseña, que aconseja, que corrige, que marca un camino, un camino de seguimiento, que es en definitiva el camino de todo cristiano, que es algo dinámico, que no se detiene. Por eso te invito a que meditemos algunos puntos.
En primer lugar, no vivas tu pasado con rencor. Fijate que el Señor dice antes se decía ojo por ojo y diente por diente. Qué interesante esto, porque tal vez en algunos aspectos de nuestras vidas estemos viviendo así, vos estés viviendo así quizás. Tal vez en nuestro corazón después de algunas situaciones dolorosas, de desilusiones, de traiciones, puede quedar ahí una cierta malicia, un deseo de venganza, de pagar con la misma moneda. Claro, “vos me la hiciste, yo te la hago”. Y bueno, nos puede resultar más cómodo vivir en este mandamiento de antes, por orgullo, porque nos cuesta perdonar, por lo que sea, pero el Señor viene a corregirnos con paciencia. Dice no, no, no hagan frente al que les hace mal. Quizás esta sea la esencia del cristianismo, el devolver bien por mal. Y sí, es difícil este mandamiento, la verdad, poner la otra mejilla, no exigir lo que te sacan, caminar el doble. Bueno, el cristiano no está llamado a ir ojo por ojo, diente por diente, sino que está llamado a identificarse con la caridad, con la caridad que brota de ese corazón de Jesús. Más que un “no hagas lo que no quieres que te hagan a vos”, es un hacé a los demás lo que te gustaría que te hagan. Por eso hay que animarse a cortar con ese pasado de venganza y empezar a buscar la sanación. Quizás vos te estés dando cuenta, no podés seguir así. Por eso la novedad que Jesús te quiere traer es esta. Acordate que a lo mejor tu miedo no pase por empezar algo nuevo sino por ponerle un final a lo de siempre.
En segundo lugar, no te canses de hacer el bien. Bueno, esto que plantea Jesús es la generosidad que se resume en dos actitudes, amar y perdonar. Te lo repito, la generosidad se resume en dos actitudes, amar y perdonar. Es ese ser lento para reaccionar, el tener paciencia, el vivir la fortaleza, la templanza, bueno cuántas virtudes que brotan de estas exigencias que Jesús plantea en el evangelio de hoy y son gracias que hay que pedir. Por eso, cuando hoy te dispongas a hacer tu propia oración, fíjate qué es lo que más necesitas en tu vida y transformarlo en una súplica confiada al Señor. Aceptá y reconocele al Señor qué es lo que más te cuesta vivir. Decirle a Jesús, “mirá Señor a mí me cuesta esto, me cuesta vivir esto de no reclamar, de no exigir, de buscar la justicia por la justicia”, no? Bueno, o vivir a veces injusticias y agachar la cabeza, mirar para otro lado. Hoy el Señor nos propone salir de la indiferencia y acercarnos con un espíritu nuevo al otro. ¿Necesito humildad? Sí. ¿Necesito paciencia? Y sí. ¿Necesito firmeza, templanza? Por supuesto. ¿Qué es lo que más necesito? Bueno, esa es la oración. “Señor, quiero cumplir lo que me estás pidiendo, pero dame tu gracia”. Y así, con esa oración sincera, con ese propósito, de a poco vas a poder ir trabajando. Empezamos hoy lunes, el martes, dos o tres días con ese mismo propósito y después evaluamos ¿puede cumplir esto en lo cotidiano, en el día a día o no? ¿Hice esfuerzo o me quedé en el mismo lugar? Ahí está el desafío. Por último, preparar el camino. Esto no se da de un día para el otro, es verdad, pero como nos decía el Evangelio, se empieza por la siembra, por preparar el camino. Es la tarea que vos y yo ahora tenemos que comenzar, y la mejor manera de hacerlo es renovar ese encuentro con Jesús, el tuyo y el de los demás. Hoy tenés que convertirte en un instrumento de paz y de unidad. Configurate y animate a compartir tu experiencia de amor de Jesús en tu vida.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.