En aquel tiempo:Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.
En el evangelio de este día, lunes, en este comienzo de semana, la palabra nos muestra que el Señor se encuentra con una situación muy humana, y muy triste también. Una pelea, una riña entre hermanos por el tema de la herencia. Cuánta gente se ha dividido, cuántas familias se han roto, cuántas heridas que se han producido por el tema de la herencia, que quién tiene más, que quién tiene menos, quién se queda con esto, quién se queda con lo otro, qué impresionante que el dinero, que lo material, pueda dividir tanto a personas que se aman. Por eso el Señor aprovecha y deja una enseñanza, cuídense de toda avaricia. Por eso te invito entonces a meditar algunos puntos.
En primer lugar, ¿de dónde sacas tus fuerzas? Este evangelio puede engañar si lo leemos por arriba. Es malo tener grandes cosechas, es malo construir graneros donde guardarlas, tener posesiones materiales. No, nada de eso. Cristo de hecho siempre elogia a los hombres prudentes que actúan como este hombre. El problema no está ahí, en lo que hace, sino en la actitud que tiene de fondo. El problema está en su alma, el protagonista de esta parábola que dice Jesús, de este hombre que acumula riquezas y puede decir ahora alma mía descansa y date buena vida. Es justamente eso que todo el esfuerzo ya lo hizo y piensa que es suficiente para vivir. Es en la eterna tentación de todo pueblo y de toda persona que alcanza cierto nivel de bienestar, creer que ya no necesita de Dios por tener cubiertas las necesidades materiales. Cuando el hombre tiene seguridades no siente la necesidad de Dios y se cree súper poderoso, se cree autosuficiente y cree que no necesita de la ayuda de Dios. Pero tampoco cree que el demonio vaya a actuar en su vida porque a él ya no lo toca, porque tiene todo. Ojo, no hablamos solamente de lo material. A veces tenemos un exceso de confianza en nosotros mismos, en nuestras capacidades y eso hace también que nos alejemos de Dios. Por eso hacete esta pregunta hoy ¿Quién es tu certeza? No ¿Cuál? ¿Quién? ¿Es Dios tu certeza o el dinero? ¿De dónde estás sacando tus fuerzas en definitiva? ¿Estás creyendo mucho en tus capacidades o te estás sintiendo limitado y necesitado de Dios?
En segundo lugar, buscá siempre el bien de los demás. Justamente un corazón que ama es un corazón sin avaricia. Es interesante descubrir cuál es la avaricia de tu corazón hoy, si estás amando desinteresadamente o no. Hay que tener cuidado porque mucha gente ha cambiado por la avaricia, se ha endurecido su corazón. Por eso me gustaría que pienses detrás de quién caminas, como decíamos, ¿detrás de Jesús o detrás del dinero? Sería bueno que tengas en cuenta si la búsqueda del dinero hoy te ha cambiado. Si antes era sencillo y ahora parece que no encontrás la felicidad si no tenés eso que tanto anhelas. ¿Cómo estás viviendo? ¿Te centras en lo material? ¿Vivís comparándote con los demás, con lo que tienen o lo que no tienen? Si el dinero, si tenerlo todo o no, es causa de tristeza en tu vida, quizás no esté siendo completamente Dios el centro de tu corazón. Acordate que de Dios recibiste todo y si recibimos de Dios dones grandes son para compartir, para dar, la verdadera alegría está en el compartir, en el dar. Así que en el ámbito espiritual sé bueno, viví la amistad, viví el amor y en el ámbito material compartí lo que tenés.
Por último, no dejes de trabajar. El Señor hoy nos vuelve a invitar a que el centro sea Él, por eso cuenta esta parábola de este hombre que amontona y que dice Dios insensato, este mismo día vas a morir y para quién va a ser aquello que acumulaste. Ojalá que si tenés cosas sean todas en función de Dios, que el corazón sea desprendido y generoso. Podés tener muchas cosas pero que el mayor tesoro sea Cristo Jesús. No te olvides que el alma necesita trabajar y hacer obras buenas, así que compartí, da lo que tenés y no dejes de trabajar porque en la vida de fe el que no avanza, el que se detiene, retrocede. Por más bueno que ya seas, por muchas conquistas que hayas tenido, por más logros que hayas alcanzado, no dejes de seguir a Jesús, no dejes de caminar.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañen siempre. Amén.