Evangelio según San Lucas 6,20-26

miércoles, 13 de septiembre de
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Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! 

 

¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! 

 

¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! 

 

¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! 

 

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! 

 

¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! 

 

¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»

 

Palabra de Dios 

 


 

P. Cristian Salomón sacerdote de la Arquidiócesis de Rosario

 

Buen día, buen día, como cada día la Palabra de Jesús sigue iluminando, orientando y acompañando nuestros pasos de discípulos misioneros, él nos sigue dando Palabras de Vida Plena.

Después de haber orado a solas, de haber llamado y elegido a los doce; después de haberse encontrado con la multitud, atendiendo sus necesidades, liberando y sanando, Jesús mira a sus discipulos y comienza a enseñarles, mostrándoles el mapa para una vida abundante, plena, a partir de las bienaventuranzas y los ayes.

Nos dice Martin descalzo: ….Jesús comienza la predicación de su Reino desplegando la gran bandera que centra todas las espectativas humanas: la felicidad. Su búsqueda es el centro de la vida humana. Hacia ella corre el hombre como la flecha al blanco…Y todo el que renuncia a una gota de felicidad es porque, con ello, espera conseguir otra mayor. Es esta felicidad —esta plenitud del ser— lo que Jesús anuncia y promete. Pero va a colocarla donde menos podría esperarlo el hombre: no en el poseer, no en el dominar, no en el triunfar, no en el gozar; sino en el amar y ser amado…”1

Para Jesús son dichosos, felices, los que tienen su mirada, confianza y esperanza en la verdadera vida y Providencia que Dios regala a pesar de ser y estar hoy pobres, hambrientos, llorando. Son dichosos aquellos que creyendo y siguiendo a Jesús, miran, eligen, disfrutan y soportan lo cotidiano de la vida, viviendo en clave de eternidad.

Pobres y ay de aquellos que buscan solo satisfacerse en todo y no pueden elevar sus ojos al cielo, queriendo tener todo aquí y ahora, que sólo confian es sí mismos.

Nos sigue enriqueciendo Desclazo: “…Lucas escribe para una civilización pagana y tiene que afilar bien la punta de la espada de sus recuerdos. Tiene que clavarla bien a fondo en las entrañas de un mundo que valora sobre todas las cosas esa riqueza, esa plenitud, esa risa, esa cotización social. Lo mismo hubiera hecho de haber escrito para una civilización como la nuestra de hoy, igualmente pagana… No, no son las bienaventuranzas de Jesús una bella historia sentimental y dulce. Son la tremenda apuesta del hombre entre dos abismos… No hay un mundo intermedio de «malos poco malos» y «buenos poco buenos». La apuesta es radical, y sin intermedios. En rigor, hasta podríamos decir que para el cristiano no hay ni siquiera opción entre dos posibilidades. Sólo hay una: parecerse a Jesús, el bienaventurado; ser perseguidos y morir como él; y encontrar, detrás de la sangre y el llanto, la vida y la alegría..”2

 

Que bueno es entonces, mirar y peregrinar la vida en clave de eternidad, tener una mirada sobrenatural, de fe y esperanza de lo que se vive.

Caminar, esforzarse, disfrutar, sufrir y padecer sin perder de vista la meta, la cumbre, la verdadera vida, es la característica del dichoso, del bienaventurado.

Cuando sabes y crees que lo mejor esta en la cumbre, disfrutas del camino, te esforzas aunque duela, aunque estes cansado y no te quedas atado a pequeñeces.

 

Diosito nos aumente la fe y nos regale la gracia de no perder nunca de vista la meta, la felicidad, su misma vida. Que siempre con su gracia podamos vivir desprendidos y pobres mirando mas allá de lo inmediato, de lo provisorio.

Que tengas lindo día, Dios Te bendiga.

 

 

1- Martín descalzo, Vida y Misterio de Jesús de Nazaret, T.II

2- Idem

 

Oleada Joven