(2Cor11, 1-11; Sal 110, 1-4. 7-8; Mt 6, 7-15)
Todos somos débiles. Cualquiera puede ser tentado y corromperse interiormente, nos dice san Pablo: hasta quienes le son más queridos y a los que anunció «gratuitamente la Buena Noticia de Dios».
Y Jesús nos pide fidelidad, así como el apóstol la pide a los corintios: «yo no quiero perder este motivo de orgullo».
Porque hay una verdad, la del Padre, que nos conoce íntimamente, y para ser fieles Él nos necesita abiertos a su gracia, en oración, y benevolentes con quienes nos ofendieron.
Ya nos ha pedido Jesús amar a nuestros enemigos. Ahora nos dice: «cuando oren, no hablen mucho … oren de esta manera». Alaben, imploren la gracia, ábranse al Señor, esperen en la providencia, pidan perdón por los errores —pero también perdonen— y permanezcan… Son frágiles, por eso, pidan fuerzas para no ser tentados ni caer.