Evangelio según San Lucas 17,20-25

miércoles, 15 de noviembre de
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Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”. 

 

Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.” 

 


 

P. Pablo Osow sacerdote de la Arquidiócesis de La Plata

 

 

El texto de hoy nos invita a reflexionar sobre el reino de Dios, el centro del anuncio de Cristo, la cercanía y presencia de Dios. Fijémonos como fariseos iban chicaneando a Jesús, y le iban preguntando para ponerlo a prueba. En este caso se ve claramente que los judíos estaban esperando una manifestación visible de un reino de Dios “político”, es decir, pensaban todavía que el Mesías iba a liberar políticamente a la nación, y Jesús aprovecha esta chicana para anunciar nuevamente que el Reino de Dios es una presencia que no tiene que ver con el poderío político sino que está entre nosotros, siendo en realidad el mismo Cristo el Reino de Dios. Por eso Jesús después les dice a los discípulos: “Ustedes van a querer ver uno solo de los días del hijo del hombre y no lo verán”, porque ya les anuncia que no se va quedar físicamente sino sacramentalmente, es decir, través de signos que realizan su presencia y que no se reduce a los siete sacramentos sino también al anuncio de la palabra.

 

Sabemos que Cristo se quedó en el más pequeño de los hermanos, por eso podemos hacer algo por él (o no). También se quedó en la providencia de las cosas que nos pasan, en los acontecimientos, en lo que va pasando y vamos descubriendo qué es porque Dios está, y también en lo que NO va pasando. Muchas veces tenemos la experiencia de sentirnos salvados, de sentir que podría haber pasado algo terrible y no pasó, Dios nos preservó. ¡Cuántas presencias del reino de Dios entre nosotros!

 

Por eso Jesús dice que es como un relámpago, y no se refiere solamente a la llegada escatológica al final de los tiempos del Reino de Dios. Sino también a que El reino de Dios, su presencia, nos atraviesa. Por eso es tan importante la disposición interior para descubrirlo y pensar la vida desde Dios, a interpretar las cosas que nos pasan, a leer la palabra y descubrir su voz, a recibir la Eucaristía y dejarnos llenar y penetrar por él. Estemos atentos y dispuestos a recibir este Reino de Dios que está entre nosotros.

 

Que Dios los bendiga.

 

 

Oleada Joven