Evangelio según San Lucas 5,17-26

lunes, 11 de diciembre de
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Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. 

 

Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. 

 

Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. 
Al ver su fe, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”. 

 

Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. 

 

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando?  ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’?. Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”. 

 

Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.  Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.

 

 

Palabra de Dios

 


 

P Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

Sentado, Jesús enseña. A la gente le gustaba escucharlo. ¿Cuál es el tema de la enseñanza de Jesús? Hablaba siempre de Dios, de su Padre, pero hablaba de él de forma nueva, atractiva, no como hacían los escribas y los fariseos. (Mc 1,22.27). Jesús representaba a Dios como la gran Buena Noticia para la vida “condenada” del hombre; habla a un Dios Padre que ama y acoge a las personas, que no amenaza, ni condena.

 

 

Entre la multitud, un paralítico es transportado por cuatro hombres. Jesús es para ellos la única esperanza. Viendo su fe, dice al paralítico: ¡tus pecados te son perdonados! La fe tan grande del paralítico y la esperanza de sus compañeros que lo traen, era una señal evidente de que aquellos que lo ayudaban eran acogidos por Dios. Por eso Jesús exclama: ¡Tus pecados te son perdonados! O lo que es lo mismo: “Dios no te rechaza”.

 

 

Por eso los fariseos reaccionan diciendo: ¡Ese hombre habla de forma muy escandalosa! Según su enseñanza, solamente Dios podía perdonar los pecados. Y solamente el sacerdote podía declarar que una persona es perdonada y purificada. ¿Cómo es que Jesús sin estudios ni status social, podía declarar al paralítico que era perdonado y purificado de sus pecados? Por esto reaccionan los doctores y fariseos, y se defienden.

 

Evidentemente, es mucho más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”. Ya que nadie puede comprobar, de hecho, si el pecado ha sido perdonado o no. Pero si yo digo: “¡Levántate y anda!”, en este caso todos pueden ver si uno tiene poder o no de sanar. Por eso, para demostrar que, en nombre de Dios, él tenía poder de perdonar los pecados, Jesús dice al paralítico: “¡Levántate y anda!” ¡Sana al hombre! Y así hace ver que la parálisis no es un castigo de Dios por el pecado, y hace ver que la fe de los pobres es una muestra de que Dios los acoge en su amor.

 

 

 

Para la reflexión personal

 

 

• Si me pongo en el lugar de los que ayudan al paralítico: ¿sería capaz de ayudar a un enfermo, subirlo al techo, y hacer lo que hicieron los cuatro hombres? ¿Tengo tanta fe?

 

 

• ¿Cuál es la imagen de Dios que llevo dentro y que se irradia hacia los demás? ¿La de los doctores de la Ley o la de Jesús? ¿Dios de compasión o de amenaza?

 

 

 

 

Oleada Joven