Miércoles 30 de Enero del 2019 – Evangelio según San Marcos 4,1-20

martes, 29 de enero de
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Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla.

El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:”¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.

Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.

Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó.

Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.

Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno”.

Y decía: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.

Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas.

Y Jesús les decía: “A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón”.

Jesús les dijo: “¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.

Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.

Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.

Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno”.

Palabra de Dios


Padre Matías Burgui de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

En este miércoles de la tercera semana del tiempo ordinario, la liturgia nos presenta un pasaje bastante conocido del evangelio, Marcos 4, del 1 al 20. Vemos que el Señor sigue predicando, sigue enseñando la Buena Noticia y muestra a un Dios cercano, un Dios que todos los que lo oían podían entender. Compartimos la parábola del sembrador, un texto que seguramente has meditado muchas veces y que incluso es explicado por el mismo Jesús. El gran desafío que tenemos es llevar la Palabra a nuestro día a día. Te propongo meditar algunas ideas.

En primer lugar, todos tenemos algo para sembrar. Lo genial del evangelio es que nos habla de un Dios que nos sale al encuentro, que es cercano, que nos susurra su mensaje y que es muy creativo para llegar a nosotros. ¿Qué mensajes nos grita Dios? Bueno, que nos ama, que somos importantes, que tiene misericordia de nosotros, que siempre nos gana en generosidad. Como decía el papa Francisco en Panamá: “Qué le vamos a hacer, así nos quiere”. Lo que vos y yo tenemos que intentar todos los días es transmitir estas noticias a los demás y, así como Dios siembra, nosotros también tenemos que sembrar. Quizás hoy vos tengas que ser el sembrador, quizás hoy tengas que salir a ver cómo anda todo. Antes de sembrar, observar bien, como hacían los sembradores en el tiempo de Jesús: ver la humedad del suelo, ver la calidad de la semilla, preparar el terreno. Bueno, eso tenemos que hacer con nuestros hermanos: preparar sus corazones, no predicar un Evangelio diluido, estar atentos al mejor momento y acompañar cuando Dios empieza a crecer en sus vidas. ¿Qué estás sembrando hoy? ¿El Evangelio de la unidad y del amor o la desunión, la crítica y el rencor? Pedile al Señor la gracia y la prudencia para llevar siempre la buena semilla y que Él sea el que dirija tus manos y tu corazón.

En segundo lugar, que la semilla crezca primero en vos. La semilla es lo central si se buscan buenos frutos. Hoy la Palabra nos invita a pensar y meditar qué tipo de semilla va creciendo en nuestra vida. Ojo, eh, porque las semillas a veces son muy parecidas y tal vez estés dejando crecer algo que no sea de Dios en tu corazón. ¿Cómo sabemos si algo viene de Dios? Por la paz que genera en el corazón. Preguntate qué hay hoy en tu interior. ¿Hay paz o hay ansiedad; hay amor o hay resentimiento; hay unidad o hay desunión? Lindo trabajo para hacer un buen examen de conciencia. Alimentate de la buena semilla, tratá de tener un contacto cotidiano con la Palabra de Dios, no le tengas miedo a agarrar la Biblia, escribí, subrayá, marcá, quedate con un una frase y un propósito todos los días. ¿Cuál es tu propósito para hoy?

Por último, la escucha es algo de todos los días. ¿Viste cómo en el mundo de hoy se hace muy poco silencio? Estamos mal acostumbrados a correr atrás de los ruidos y la Palabra más importante de la explicación de Jesús es la escucha. Claro, porque para que la forma en que Dios siembra la semilla en tu vida es a través de la escucha. Sin escucha no hay nada. Pero no alcanza solamente con escuchar, hace falta un corazón dócil, un corazón que escuche y que luego intente practicar eso que recibió. Por eso pregúntate, ¿te estás dejando moldear por la voz de Dios o las preocupaciones te hacen olvidar de lo verdaderamente importante? Ponelo en tu oración de hoy y dale gracias al Señor porque siempre se puede volver a empezar.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.