El campo huele auténtico.
Olor de Dios me llega.
El sol me arropa, tibio,la espalda caminante, cerro y Carmelo arriba.
Las olas de los montes que modeló Su Manocubren de paz mis ojos vespertinos.Escribo «Paz», sobre la arena húmeda,sobre la carne frágil de esta Tierra en combate.Firma de paz, el río, certifica el encuentroy sigue su camino hacia la mar lejana.
Un pájaro me canta: «Bem-te-vi».¡El, El, me ve, mejor que yo me veo!
Abro mi cruz, mis brazos,a todo lo que venga.Sé que también me espera la jornada de Elías…
Pero ahora, hermanos, respiro a Dios, lo huelo a campo abierto.Y callo, bajo el sol de su presencia,como un niño dormido.Ahora Dios me abraza enteramente.
Pedro Casaldáliga