Madre, vengo del tumulto de la vida. El cansancio me invade todo el cuerpo y sobre todo el alma.
Es tan dificil aceptar con paz todo lo que sucede alrededor de uno durante una jornada de trabajo y lucha… Las cosas en las que habíamos depositado tanta ilusión, decepcionan. Las personas a las que queremos entregar bondad, nos rechazan. Y aquellas otras a las que acudimos en una necesidad, intentan sacar provecho.
Por eso vengo a Ti, Madrecita, porque dentro de mi camina un niño inseguro. Pero junto a Ti me siento fuerte y confiado. Sólo el pensar que tengo una madre como Tú, me da ánimo. Me siento apoyado en tu brazo y guiado por tu mano. De esta manera puedo, con tranquilidad, retomar el camino.
Renuévame por completo para que consiga ver lo hermoso de la vida. Levántame para que pueda caminar sin miedo. Dame tu mano para que acierte siempre con mi camino. Dame tu bendición, para que mi presencia sea, en medio del mundo, un signo de tu bendición. Amén.
Ignacio Larrañaga