Martes 5 de Febrero del 2019 – Evangelio según San Marcos 5,21-43

jueves, 31 de enero de
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Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.

Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva”.

Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.

Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré curada”. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.

Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?”.

Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?”.

Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.

Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.

Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?”.

Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”.

Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.

Al entrar, les dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”.

Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba.

La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate”.

En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.

 

Palabra de Dios


Padre Raúl Gómez sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

Nos encontramos en torno a la palabra del Señor; en este día el evangelio nos presenta 2 situaciones:

Por un lado, Jairo, el jefe de la sinagoga, le va a pedir a Jesús por su hijita que se está muriendo. Jairo que reconoce en Jesús, el poder de Dios para concederle lo que su hija necesita. Jairo que se postra ante la presencia del Señor y le suplica por su hijita.
Y por otro lado; su hijita tenía 12 años, y por otro lado, una mujer que hace 12 años sufría hemorragias.

También, había padecido mucho dolor, había estado en distintos médicos y había gastado mucha plata en su salud, pero no había encontrado lo que Jesús podía hacer.

Entonces la mujer se conforma tan solo con tocarle los flecos de su manto para quedar curada, para quedar sanada.

Jesús en medio de la multitud, que lo apretuja, que lo sigue, siente que salió de Él este poder de curar, de sanar esta mujer, esta fuerza que llegó a esta mujer. Y entonces pregunta a los discípulos: ¿Quién lo había tocado?

Los discípulos le reconocen, le dicen humanamente, que era muy difícil saber quién lo había tocado, si Él lo rodeaba una multitud.

Sin embargo Él sabía (Jesús) quien lo había tocado, y la mujer reconoció que lo había tocado y entonces Jesús le dijo, con sus palabras: “Tu fe te ha salvado”

Aparecen unos enviados de la casa de Jairo anunciándole que su hijita había muerto, sin embargo Jesús sigue con la misión de curar y sanar a esta niña.

Jesús sigue adelante con el proyecto de Dios, en esta niña.

Llegan al lugar y se encuentran en escena gente llorando y diciendo que ya estaba todo terminado.

Sin embargo, Jesús se llevó a Pedro, Santiago y Juan para curar a esta niña, junto al padre de esta niña y le dijo estas palabras tan fuertes y certeras:

TALITÁ KUM, niña Yo te lo ordeno ¡levántate!

¿Qué significa esto?

Que para que Jesús pueda obrar en la vida de cada uno de nosotros, hace falta tener fe, hace falta confiar en su poder.

Te propongo en este día que podamos pedirle al Señor, la Fe, una Fe capaz de recibir aquello que necesitamos.

Sólo Dios lo sabe, sólo Dios lo conoce.

Por eso en este día te propongo que le pidamos al Señor que aumente nuestra fe:

Que podamos creer cómo esta mujer.
Que podamos creer como Jairo creyó en el poder de Jesús.
Que tengan una hermosa semana y que el Señor los bendiga.