No juzgar a los demás.
Vivir en profundidad, gozar ello, convidar a Dios a tus hermanos sin renegar de que ellos busquen agua de tu pozo en vez de sacar agua de los propios.
Vivir comprometida con amor. Haz todo por amor a Dios y a tus hermanos.
Sé auténtica. No escondas tus dolores, fragilidades, defectos. Muéstrate tal como eres.
No juzques a los demás, no critiques. Sé misericordiosa.
Aprende a perdonar, perdonando. Comienza hoy.
Vive de manera coherente con lo que vas aprendiendo, nosotros te guiaremos a cada paso, solo debes estar atenta y tener el corazón dócil.
Que toda tu confianza esté puesta en Dios. Así vivirás feliz y no te frustarás.
Cuida tus sentidos, tus pensamientos, tu modo de vestir. Recuerda que eres una Princesa de Dios.
Sé valiente. Dios no se muda. Recuerda “El amor echa afuera al temor”.
Pide incansablemente a Dios que te regale humildad.
Sólo Dios es justo. Presentale todo a Él. Tu ofrece todo.
No te creas superior a los demás. Pide humildad.
Humildad, para desterrar la soberbia de tu corazón.
Pide al Señor que te regale dominio de ti misma. Deja que Él sea el Rey.
Mantente siempre abierta a la escucha de tus hermanos. Yo te enseñaré a mirar, a ver sus necesidades, como lo hice en las bodas de Caná.
Que Dios sea el centro de tu vida: Eucaristía, Adoración, Oración constante.
Pide el don para ejercer la corrección fraterna.
Vive para los demás (comenzando y priorizando tu familia).