Cántame las verdades de mi vida.
Oídas de tus labios,
no sonarán a cálido reproche, sino a amor que me acepta desgarrado.
Cántame las verdades.
Acostumbro diariamente a caer en el engaño de condolerme de mis propios lutos
y, sin criterio, disculpar mis fallos.
Miro tanto las faltas de los otros…
Tantas recetas doy que yo no hago…
Dime cómo me ves, Tú que me abarcas con tus ojos eternos de milagro.
No perderé los ánimos.
Tú sabes corregir con amor.
Lleva tu mano a las secretas llagas.
Vamos, cántame las verdades que sanen mis pecados.
(Luis Carlos Flores Mateos, sj)