Podemos encontrar a Dios en todos lados. En la calle, en el colectivo, incluso en el trabajo de todos los dias, solo hay que estar atentos.
Gise es contactologa y trabaja en una optica y en este pequeño relato nos cuenta una de sus experiencias donde pudo sentir a Dios a traves del projimo:
Creo que lo que más me gusta de mi trabajo es que me hace llorar de amor.
No se si a todos les pasa, pero yo siento que a veces es algo más que venir a trabajar, es encontrar personas, historias, vidas atras de los pacientes.
Hoy vino un abuelito a traer a Yoli, su esposa con la que cumplió 51 años de casados en Diciembre. Yoli sentadita mas atrás esperaba mientras el me dictaba su DNI, su fecha de nacimiento y con cada uno de los datos una anecdota.
“Empezamos de cero” me dijo “hoy tenemos de más, porque hace 35 años que nos consagramos al Rey de reyes”. Ahi entendí todo, era una “pareja de tres”, de esas que si duran para toda la vida, a pesar de todo.
Ella tiene seis años más que el y lo ayudó a crecer y a “dejar de ser tan inocente”, “ahora me toca cuidarla a mi, ella no cocina porque aunque viera bien yo no quiero que haga nada, si quiere hacer algo que junte años para mi, que se quede conmigo todo el tiempo que pueda”. “Eso de querer es puro verso, no existe, yo puedo querer un auto, una planta, un perro… Pero amar es distinto, eso es lo que dura, eso es jugarsela en serio”.
Yo con los ojos llenitos de lagrimas solo atine a decirles: “Al menos se tienen el uno al otro”, y la verdad que fue un comentario ridículo. Ellos lo tienen todo, ellos entendieron la vida…
¿Cuanto puedo aprender con un anteojo no?
Gise Gassman, contactologa, 27 años.