No esperes una sonrisa, para ser gentil.
No esperes ser amado, para amar.
No esperes el mejor empleo, para comenzar a trabajar.
No esperes tener mucho, para compartir un poco.
No esperes llegar allí, para recordar un consejo.
No esperes el dolor, para rezar una oración.
No esperes tener tiempo, para poder servir.
No esperes ser herido por otro, para pedir perdón.
Ni esperes una separación, para reconciliarte…
No esperes…
Porque el tiempo es un regalo que se va y no espera.
(Diálogos de amistad, Misioneros Redentoristas)