Es una de las primeras palabras que se aprenden al nacer,
cuando estoy cansada, feliz, o preocupada,
ella tranquiliza todo mi ser.
La suavidad de tus manos,
el olor del perfume,
el ritmo de tus pasos,
el sonido de la voz,
los reconozco, no hay dudas,
eres tu entre un montón.
Al dar mis primeros pasos
tu mano me sostenía.
Cambian los pasos, tus manos y las mías,
y ella sigue siendo mi dulce compañía.
Son muchas las razones por las que hoy soy lo que soy,
pero algo no se discute,
llevo el sello de tu amor.
Lucía Aimaretti.