Evangelizar no es convencer

domingo, 31 de diciembre de
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Convicciones y certezas

 

Cuando uno no tiene verdaderas convicciones se ve arrastrado por el miedo y la inseguridad, a convencer a otros de sus ideas. En muchos casos llegando a utilizar la violencia…

 

El que lleva dentro certezas nacidas y elaboradas desde lo profundo, desde la experiencia, desde el caminar (no siempre “exitoso”), desde las luchas, desde los procesos internos, desde el asumir, aceptar y sanar su ser, su historia… no se siente amenazado por el que piensa distinto, no se siente compulsivamente lanzado a convencer a los demás, no lo mueve el miedo a que se caiga la fachada de sus dudas…

Simplemente vive, obra, habla y contagia sin proponérselo… porque su accionar nace de su fuente interior, brota y se derrama…

 

El que se ha animado a mirar de frente sus sombras, sus defectos, sus errores, su maldad… el que se ha animado a aceptar y dialogar con sus miedos, con sus dudas, con sus envidias, con sus celos, con sus broncas… es capaz de caminar hacia una verdadera libertad interior, hacia una autentica paz y alegría interior… Este es el camino “estrecho” que conduce a la Verdad y la Vida… El que elige el camino fácil y corto se engaña a sí mismo, el que bordea y no profundiza se queda en la apariencia, el que coquetea pero no se involucra no transforma ni cambia…

 

Evangelizar no es convencer… Es compartir con otros un tesoro que hemos encontrado y llevamos en vasijas de barro. Compartir a través de gestos, de un estilo de vida que atrae y contagia, mucho más que con discursos y palabras…
No necesita alzar sus puños, ni activar sus defensas, no necesita reaccionar aireadamente… si lo necesita habla, sonríe, hace silencio, con serenidad dice “no comparto, pero te respeto”.

En cambio, cuando uno no tiene verdaderas convicciones se ve arrastrado por el miedo y la inseguridad, a convencer a otros de sus ideas aun si es necesario utilizando la violencia….

Esto lo vemos claramente expresado en la Biblia en distintos personajes…

El síndrome del “hijo mayor” … Vivir sin convicción interior, sin libertad … Brota la envidia y el enojo con el otro que vive y piensa distinto… Del otro que se arrepiente y vuelve… y es bien recibido …

El síndrome del Faraón… Pueden acontecer delante suyo todas las plagas predichas.. pero su ceguera obstinada no lo deja ver.. está ciego por el poder y la ambición…

Son esos puntos o zonas oscuras que no nos animamos a mirar, a ponerle nombre.. ocultamos detrás de las bellas palabras, de los correctos y pintorescos discursos…aquello de lo que no queremos hablar, discutir… No queremos salir de nuestro cómodo sofá…

Insisto: evangelizar no es convencer… Es compartir con otros un tesoro que hemos encontrado y llevamos en vasijas de barro. Compartir a través de gestos, de un estilo de vida que atrae y contagia, mucho más que con discursos y palabras…

by Juan Manuel Canevello

 

Juan Manuel Canevello