Lo importante -me parece- no es lograr amar
(muchas veces por nuestros limites no llegamos)
sino que lo importante es querer amar siempre.
Lo importante es recomenzar siempre.
De hecho, si recomenzamos,
demostramos que creemos mas en la potencia
y en la grandeza de Su amor
que en nuestra debilidad.
Quién recomienza demuestra que cree que
Jesús abandonado ha llenado cada vacío.
Quién recomienza
no sólo es uno que cree, no sólo es uno que espera,
sino uno que ama, por que sólo el amor va más allá de todo.
Y es uno que ama Dios por Dios, Dios amor por amor.
En efecto, es uno que pone en primer lugar de su alma
no sus pecados, no sus debilidades, no sus limites,
sino que pone a Dios, aquel Dios que vive en él,
aquel amor que es el “espíritu de amor”,
y con este amor que cree en el amor de Dios,
que cree que Dios es amor,
deja que el amor en si mismo ame el amor fuera de él,
alrededor de él, en los demás.
Quien recomienza es pobre de todo
(porque pone sus pecados y sus limites en la misericordia de Dios)
es puro, porque no esta apegado a nada,
(ni siquiera a su alma y no se mira a si mismo, sino a Dios)
es obediente
(porque, como Jesús que se hizo obediente hasta la muerte en cruz,
así el también se abandona a Dios, al amor de Dios, creyendo más en El,
en el amor, que en si mismo y en aquello que ve de negativo en si y alrededor suyo)
se hace uno con Jesús que quiso hacerse pecado y nada,
para que seamos todo, seamos él ;
se hace uno con Jesús
porque haciendo así, se hace nada y haciéndose nada,
Dios lo llena de si mismo (como María) y por esto,
se transforma en el, otro Jesús, todo.
Chiara Lubich