Para poder escuchar a los otros, necesitamos estar presentes y abiertos a la percepción. Estar todo yo presente para ti, dispuesto a escucharte y recibirte. Muchas veces, cuando nos disponemos a escuchar, estamos sin estar. Ponemos el piloto automático, depositamos el cuerpo en un lugar, mientras nuestros pensamientos y sentimientos están en otro lugar. Y así estamos sin estar en ningún lado.
Muchas veces estamos tan aturdidos y ausentes, que ni siquiera podemos percibir al otro en lo que dice y muestra.
Para hacer de la escucha un verdadero encuentro, es imprescindible la percepción que nos abre a la otra persona con todos nuestros sentidos despiertos y nos permite verla y escucharla tal cual se nos presenta; con todo lo que dice y lo que calla, contempándola en toda la realidad de lo que comunica, acogiéndola y abrazándola en la profundidad de su misterio. El mundo interior es invisible pero existe, es esencial y tenemos que aprender a contemplarlo si queremos escuchar a las personas en toda su expresión.
Tenemos que empezar por recuperarnos y unificarnos a nosotros mismos para “estar” todo yo en el lugar donde estoy y traerme a ese lugar en cuerpo, mente y espíritu. Sólo si estoy presente a mí mismo podré también estar presente para ti y escucharte de verdad.
Vivir presentes y perceptivos nos da la posibilidad de ser y actuar en fidelidad a quienes somos, en contacto con lo que sentimos y pensamos y responsables de neustras decisiones. Sólo entonces podemos también estar disponibes para recibir a quienes necesitan de nuestra presencia y ayuda; encontarnos con la riqueza de sus profundidades, escucharlos, acogerlos y acompañarlos.
La percepción nos abre para estar atentos a la realidad de quienes escuchamos en toda su belleza y nos dipone a recibirlos con actitud atenta y amorosa.
Autor: Inés Ordoñez de Lanús
Fuente: “Escuchar con el corazón”