Es necesario convencerse: el Espíritu Santo es plenitud vital, fuerza, gozo. No hay nada más vivo, más real, más lleno de energía. Necesito convencerme de que él ama mi vida, que me desea rebosante de vitalidad, y de que él puede realmente lograrlo si se lo permito de corazón.
Si no estoy convencido de esto, mi vida espiritual, mi fe, mi cristianismo, serán sólo una especie de barniz. Por fuera pareceré cristiano, pero por dentro estaré buscando la vida en otras cosas, y nunca la alcanzaré verdaderamente.
Dentro de nuestros deseos de vida, está la necesidad de experimentar que no estamos solos, que tenemos con quien compartir nuestra capacidad de amor. Pero no nos engañemos. Por más que estemos rodeados de mucha gente, hay un lugar del corazón, el centro de nuestra intimidad, donde no llega ninguna compañía. Allí siempre nos sentimos solos, si no nos dejamos penetrar por el fuego de amor que es el Espíritu Santo.
Fuente: Los Cinco Minutos del Espíritu Santo
Autor: Víctor Manuel Fernández