Celebrar el don de la familia

miércoles, 22 de marzo de

Muchas veces, los problemas cotidianos adormecen o anulan nuestra capacidad de celebrar en familia, de alegrarnos y de hacer fiesta. Nos inquietamos y nos agitamos de tal manera que no nos queda espacio ni ganas para celebrar lo esencial. Dejamos sorprendernos por la gratuidad del don de la vida y perdemos el entusiasmo por vivir. Los días son opacos y las relaciones tambien pierden su luminosidad.

 

Renovar el amor es volver a descubrir la potencia de su energía y originalidad; nos permite descubrir la belleza de lo rutinario desvistiéndolo de su monotonía y otorgándole la intensidad de su propio colorido en la sencillez de lo común y de lo ordinario. Lo extraordinario es la vida misma y la fidelidad del amor que nos tenemos. Aprender a vivir es aprender a celebrar la vida en sus ritos cotidianos.

 

Amarnos debería ser una fiesta siempre, aún en medio de las dificultades, porque descubrimos que Dios transforma todo para nuestro bien. El amor vivido en la familia nos da la posibilidad de descubrir la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo que supera todo lo que podemos pedir o pensar. (Ef 3, 18-20) Nuestro amor humano, así tal como es, nos ahonda en el amor que Dios nos tiene, el único capaz de colmar la sed de nuestro corazón

 

Fuente: Permanezcan en mi Amor

Autor: Inés Ordoñez de Lanús

 

 

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