Elogio de la vida sencilla

martes, 6 de junio de

Conciencia tranquila y sana
es el tesoro que quiero;
nada pido y nada espero
para el día de mañana.
Ni voy de la gloria en pos,
ni torpe ambición me afana;
Y al nacer cada mañana,
tan sólo le pido a Dios
casa limpia en que albergar,
pan tierno para comer,
un libro para leer
y un Cristo para rezar;
que el que se esfuerza y agita

nada encuentra que le llene,
y el que menos necesita
tiene más que el que más tiene.

 

Quiero gozar sin pasión,
esperar sin ansiedad,
sufrir con resignación,
morir con tranquilidad;

que, al llegar mi postrer día,
quiero pensar y decir:
“Viví como viviría
si ahora volviera a vivir.

Viví como un peregrino,
que, olvidando los dolores,
pasó cogiendo las flores
de los lados del camino;

cantando he dejado atrás
la vida que recorrí;
pedí poco y tuve más
de lo poco que pedí;

 

Amén

 

José María Pemán

 

Oleada Joven