Mirándote descubro el plan que soñaste para mi vida

viernes, 1 de septiembre de

La orientación de la mirada es fundamental (dice San Francisco de Sales a su hija espiritual), no permitas querida hija a tu espíritu que se mire a sí mismo, que se centre en sus fuerzas y en sus inclinaciónes, hay que centrar los ojos en la voluntad de Dios y en su providencia. Ésta es una es una opción espiritual fundamental: o uno elige mirarse a sí mismo para ser santo, examinando a su alma para ver si avanza o retrocede, si voy mejor o peor, haciendo cuadros y balances… o elijo mirar a Dios (a ver si se nos pega algo).

 

San Francisco de Sales nos dice: “Elige mirar a Dios”, orientar nuestra mirada a Dios y de refilón recien a nosotros mismos, “No elijan centrar la mirada en uno mismo ni siquiera para ser santos!, porque la mirada debe estar siempre centrada en Él, en Dios, nuestro examen de conciencia no debe tender a conocer si somos imperfectos, ¡pues eso es algo de lo que no debemos dudar nunca!, ¡claro que somos imperfectos, si el único perfecto es Dios!.

 

No centremos la mirada en nosotros mismos sino en el Señor, y en esa mirada, la cruz es de Dios y ¡no hay que mirarla!, sino acomodarnos a ella como haríamos con una persona con la que tuviéramos que vivir toda la vida, que aunque hubieran cosas que no nos gusten debemos ser pacientes… así hay que hacer con la cruz, no hay que mirarla, hay que amoldarse a ella, porque si nos ponemos a mirarla ya vamos mal y empezamos a caer en una especie de megalomanía: “¡Pero que cruz que me ha tocado!, ¡que cosa grande! ¡es lo que menos deseaba!… ¡pero hermano! ¿todo eso para qué?, acomódate en la cruz que te ha tocado, hemos de aceptar la voluntad de Dios sin pretender hacer negocios con Él, dejándole la libertad de golpear cuando y donde Él quiera, por la razon de que su voluntad nos llevará siempre a nuestra felicidad, ¡a Dios no hay que darle ideas!, ¿que absurdo suena eso verdad?, ¡si Dios tiene todas las ideas del mundo, pues es el creador!, entonces… deja a Dios ser Dios.

 

“Si somos santos (dice San F. de Sales) según nuestra voluntad entonces nunca lo seremos bien, si yo diseño mi santidad sin preguntar a Dios si ese es el camino que desea para mi, eso no es santidad, eso es ¡vanidad de vanidades!, por lo tanto, hemos de ser santos según la voluntad de Dios”, que no será otra que la que anhele nuestro corazón si están puestos los ojos en Dios.

 

Dios no obliga a nadie, sólo desea que le preguntemos que quiere de nosotros para poder descurbirnos y direccionar bien ese anhelo del corazón y así el plan de felicidad que tiene para nosotros salga perfecto. Cuando se lo preguntamos, Dios siempre nos hace amar lo que quiere darnos, nuestro camino de santidadd es trazado por Dios y hay que confiar en que Él nos dará el querer y la fuerza para realizar todo lo que desee que hagamos.

 

 

 

Fernando Colomer Ferrándiz (Licenciado en Teología y Doctor en Filosofía) sobre El combate espiritual según San Francisco de Sales.

 

Noelia Viltri