`Que no entiendo lo que me rodea, las personas, las situaciones… y, en varias ocasiones, ni a mí misma me entiendo.
Que no entiendo tampoco lo que pides. Me desconcierta. Por favor, habla más claro.
Te digo que no, que no puedo, que no quiero, que no merezco… que aún no estoy preparada.
Me encuentro desalentada, en un mar de dudas, que hacen a mi barca fuertemente agitar.
Desvío mi mirada de la Tuya e intento encontrar respuestas en otro lado. Mas solo consigo un vacío que desdibuja mi sentido de existencia, aquella que me lleva a la felicidad plena.
¡Sopla, necesito Tu suave brisa que anima a continuar! ¡Da Vida a mi andar!
“Aquí estoy, escuchame, TE AMO.” -susurras y siento Tu abrazo, ese que desde que soy Tu sueño no has dejado de dar… sueño que animas para que sea concretado moldeándolo en cada paso.
No sé qué pretendes de mí y eso, a veces, me inquieta. Pero, -aún con mis miedos, tropiezos, y caídas- hoy entiendo que no hay nada mejor que estar entre Tus cálidas manos. Porque no estoy sola: a Vos -desde y para siempre- te tengo. Sé que estás y que no pides que entienda sino que te crea. Esa es mi única y más preciosa certeza.
Y me presentas corazones para seguir caminando y lograr que la atención siga puesta en el mejor Guía -como una vez una querida persona (Josefina Pacheco Fanjul) me dijo:- «en el Champaquí de la Vida», allí donde la compañía y la vista que regalas son maravillosas, aún cuando hay obstáculos en el camino.
Te ofrezco lo que soy, que Vos más que yo sabes lo que es eso. Una mezcla de fragilidades, sí, pero llena de dones que me has regalado y que no quiero dejar enterrados.
¡Gracias por llamarme y amarme como soy!
Confío, como dice San Pablo, en que «Me basta Tu Gracia, porque Tu fuerza triunfa en mi debilidad»(2 Cor 12, 9 ss).
Infunde confianza y esperanza en mí y, así, mi vida -con Tu ayuda- al servicio, dar.
Confío en que tu infinita Misericordia siempre me sostendrá.
¡Que todo lo que haga sea para Vos, para tu Reino de Amor, Papá!´
Cecilia Fernández – 23-24/11/2016