Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
“Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará”.
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron. “Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Mt 20,17-28
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Queridisimos hermanos y hermanas, queridos oyentes, el evangélio que nos presenta este día es en San Mateo capítulo 20 versículos 17 al 28, donde el mismo Jesús anuncia su pasión y también como en este caminar hacia la semana santa, el mismo Señor propone “beber su caliz” y nos pregunta si somos capacez de beber el caliz que Él ha de beber. Esto es, no solo una respuesta a la pregunta indiscreta, interesada de los hermanos de Zebedeo de que uno este a su izquierda y otro a su derecha, sino que también para nosotros es el siguiente desafio: “Si estamos encaminados a vivir el misterio de Su pasión, muerte y resurección”.
Debemos identificarnos con Él, en la muerte a todo aquello que nos separa de Él y de nuestros hermanos para vivir una vida nueva, es lo que llamamos “la conversión”.
Queridos oyentes de Radio María, preguntémosno a la luz del evangelio de este día donde Jesús anuncia que va ser entregado en mano de los hombres, si nuestra vida de entrega a Jesús y de entrega a nuestros hermanos es cada día más decidida, más servidora, más disponible para que en el fondo podamos decir con verdad “Padre que se haga Tú voluntad”,“Padre en Tus manos encomiendo mi vida”.
Que bueno que cada uno de nosotros estemos disponibles, desde nuestra conversión interior a ponernos en las manos de Dios.
Que el Señor los bendiga, los acompañe y les de la Gracia que más necesiten. Amén.