Evangelio según San Lucas 1, 26-38

jueves, 31 de marzo de
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El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

 

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

 

Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

 

María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.

 

También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


P. Javier Verdenelli Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

Nueve meses antes de Navidad, celebramos el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Esta fiesta ha sido trasladada del 25 de marzo, viernes santo, a este lunes 2º de Pascua. San Lucas nos cuenta las circunstancias de este acontecimiento extraordinario en el relato del Anuncio del Ángel a María. Toda la liturgia de este día está iluminada por la palabra del salmista, y que la carta a los Hebreos pone en los labios de Cristo cuando, entrando a este mundo, dice: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.”

 

El encuentro personal de Dios; nos conduce dentro de nosotros mismos, al profundo de nuestro ser y de nuestra historia, allá donde Dios puede llegar y tocarnos.

 

De esta manera el ángel anuncia el gozo, la gracia y la presencia de Dios; María queda desconcertada y se pregunta ¿Cómo una gracia tan grande que puede cambiar incluso el ser?

 

María ante la propuesta de Dios, se deja manejar por una completa disposición; revela su corazón, sus deseos. Sabe que para Dios lo imposible es realizable, no tiene la mínima duda, no endurece su corazón ni su mente, no hace cálculos; quiere solamente disponerse plenamente, abrirse, dejarse alcanzar de aquel toque humanamente imposible, pero ya escrito, ya realizado en Dios. Pone delante de Él, con un gesto de purísima pobreza, su virginidad, su no conocer varón; es una entrega plena, absoluta, desbordante de fe y abandono. Es la premisa del sí.

 

El último versículo parece encerrar el infinito. María dice su “Aquí estoy” se abre, se ofrece a Dios y se realiza el encuentro, la unión por siempre. Dios entra en el hombre y el hombre se convierte en lugar de Dios. Y sin embargo el evangelio se cierra con una palabra casi triste, dura: María queda sola, el ángel se va. Queda, sin embargo, el sí pronunciado por María a Dios y su Presencia; queda la verdadera Vida.

 

 

 

Radio Maria Argentina